Se abre una franquicia del museo Pompidou en Málaga. En España ya antes Bilbao tenía una segunda parte, una concesión, franquicia o como queramos llamarla del museo Guggenheim de Nueva York.
Parece que lo de abrir franquicias de museos famosos se está convirtiendo en una moda cultural. Los museos, igual que los artistas o que las obras, tienen un prestigio, una fama y una capacidad de atraer gente, de atraer visitantes que quieren contemplar el museo.
Y decimos contemplar el museo, porque está acabando por resultar que son los museos lo importante y no su contenido. Si bien lo que se piensa es lo contrario, que el museo no es lo importante, que sus obras son las que le dan el prestigio y el interés, está acabando por suceder lo opuesto, el museo por sí mismo tiene capacidad de atraer a los visitantes.
Hace poco hubo una exitosa exposición del Museo Hermitage de San Petersburgo en el Museo del Prado de Madrid. Del catálogo se vendieron un gran número de ejemplares. las colas en las puertas eran enormes.
Esto presagiaba el éxito y la oportunidad de esta moda. Un museo dentro de otro museo, un museo expuesto en otro museo. Y comprobando que finalmente es una circunstancia que funciona, no han desaprovechado la oportunidad de ir más allá y de crear museos franquicia, con el mismo nombre, con obras prestadas, si bien temporalmente hasta que se haga con un catálogo lo suficientemente impresionante, lo suficientemente bueno como para funcionar solo.
Eso consigue que en lugares lejanos se pueda disfrutar del ambiente que hay en el original. Y de su obras. Y de su buen hacer que viene marcado por su prestigio. Una buena forma de revitalizar los museos y sus catálogos, de expandir el trabajo que muchos hacen en favor del arte y la cultura. Y de ponerla al alcance de todos.
Parece que lo de abrir franquicias de museos famosos se está convirtiendo en una moda cultural. Los museos, igual que los artistas o que las obras, tienen un prestigio, una fama y una capacidad de atraer gente, de atraer visitantes que quieren contemplar el museo.
Y decimos contemplar el museo, porque está acabando por resultar que son los museos lo importante y no su contenido. Si bien lo que se piensa es lo contrario, que el museo no es lo importante, que sus obras son las que le dan el prestigio y el interés, está acabando por suceder lo opuesto, el museo por sí mismo tiene capacidad de atraer a los visitantes.
Hace poco hubo una exitosa exposición del Museo Hermitage de San Petersburgo en el Museo del Prado de Madrid. Del catálogo se vendieron un gran número de ejemplares. las colas en las puertas eran enormes.
Esto presagiaba el éxito y la oportunidad de esta moda. Un museo dentro de otro museo, un museo expuesto en otro museo. Y comprobando que finalmente es una circunstancia que funciona, no han desaprovechado la oportunidad de ir más allá y de crear museos franquicia, con el mismo nombre, con obras prestadas, si bien temporalmente hasta que se haga con un catálogo lo suficientemente impresionante, lo suficientemente bueno como para funcionar solo.
Eso consigue que en lugares lejanos se pueda disfrutar del ambiente que hay en el original. Y de su obras. Y de su buen hacer que viene marcado por su prestigio. Una buena forma de revitalizar los museos y sus catálogos, de expandir el trabajo que muchos hacen en favor del arte y la cultura. Y de ponerla al alcance de todos.
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