En el nuevo complejo entramado del
dinero en la música, cómo se reparte es muy importante. Para que
una plataforma ofrezca música, tiene que ganar dinero para poder
pagar los derechos de autor, mantener y mejorar su tecnología y
poder asegurar a sus trabajadores un sueldo.
Todos esos gastos se cubren a través
de dos fuentes de ingreso, los clientes de pago, que aportan una
cantidad mensual que les permite escuchar música ininterrumpidamente
durante todo el mes, y la publicidad. La publicidad, ese engorro para
muchos, es fundamental en esto, pues la mayoría de los usuarios no
paga por escuchar, así que esos anuncios que interrumpen la
reproducción son muy necesarios.
Con todo esto, ¿qué le llega al autor
de una canción? Poco. Pero ese poco es mejor que nada. Utilizando
una fórmula matemática que aplica varios factores, al final se
puede clarificar cuánto, cómo y por qué cobra cada autor.
El problema principal viene a la hora
de cómo distribuir ese dinero. No lo cobran directamente los
autores, sino que lo hacen a través de plataformas de autores y de
discográficas. Y una vez más el problema del intermediario es el
problema. Demasiada gente queriendo vivir de la creación de un
músico.
Los creadores generan desde la nada.
Pero los que reparten sus ingresos aprovechan ese trabajo, esa
creación para vivir del talento ajeno, de la capacidad de los demás
para contar, cantar o tocar un instrumento. Lo mismo sucede con los
escritores, los guionistas, los pintores. Generan desde la nada,
desde la mera idea algo que en ocasiones puede originar millones y
millones de euros.
Pero los repartos, los intermediarios,
la forma en que esa obra llega al público, hace que finalmente los
autores se queden con la parte menos importante de su propio trabajo.
Un sistema raro y seguramente injusto, que busca por parte de los
poderes el dinero más fácil y cuantioso en lugar de primar el
talento y que además crea servidumbres, repeticiones y falta de
interés para mucho público.
Pese a ello, la música sigue viva,
internándose y llegando desde distintos sino desde nuevos canales.
Sólo hay que escucharla, recibirla y siempre que sea posible, pagar
por ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario