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viernes, diciembre 06, 2013

LA MÚSICA EN NUEVO FORMATO Y EL DINERO


En el nuevo complejo entramado del dinero en la música, cómo se reparte es muy importante. Para que una plataforma ofrezca música, tiene que ganar dinero para poder pagar los derechos de autor, mantener y mejorar su tecnología y poder asegurar a sus trabajadores un sueldo.

Todos esos gastos se cubren a través de dos fuentes de ingreso, los clientes de pago, que aportan una cantidad mensual que les permite escuchar música ininterrumpidamente durante todo el mes, y la publicidad. La publicidad, ese engorro para muchos, es fundamental en esto, pues la mayoría de los usuarios no paga por escuchar, así que esos anuncios que interrumpen la reproducción son muy necesarios.

Con todo esto, ¿qué le llega al autor de una canción? Poco. Pero ese poco es mejor que nada. Utilizando una fórmula matemática que aplica varios factores, al final se puede clarificar cuánto, cómo y por qué cobra cada autor.

El problema principal viene a la hora de cómo distribuir ese dinero. No lo cobran directamente los autores, sino que lo hacen a través de plataformas de autores y de discográficas. Y una vez más el problema del intermediario es el problema. Demasiada gente queriendo vivir de la creación de un músico.

Los creadores generan desde la nada. Pero los que reparten sus ingresos aprovechan ese trabajo, esa creación para vivir del talento ajeno, de la capacidad de los demás para contar, cantar o tocar un instrumento. Lo mismo sucede con los escritores, los guionistas, los pintores. Generan desde la nada, desde la mera idea algo que en ocasiones puede originar millones y millones de euros.

Pero los repartos, los intermediarios, la forma en que esa obra llega al público, hace que finalmente los autores se queden con la parte menos importante de su propio trabajo. Un sistema raro y seguramente injusto, que busca por parte de los poderes el dinero más fácil y cuantioso en lugar de primar el talento y que además crea servidumbres, repeticiones y falta de interés para mucho público.

Pese a ello, la música sigue viva, internándose y llegando desde distintos sino desde nuevos canales. Sólo hay que escucharla, recibirla y siempre que sea posible, pagar por ella.



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