Tras la Guerra Civil, el teatro español tenía una dura tarea, reconstruir las salas, las compañías y sobre todo reconstruir un mundo teatral, con unos autores que mostraran la realidad más allá de la oficial propuesta por el nuevo régimen y sus poderes propagandísticos.
Una serie de autores se ocupa de llenar los teatros, a base de obras basadas en sucesos imposibles, sobre todo que tienen lugar en ambientes de la alta burguesía. La comedia burguesa vive una revitalización, con finales felices, personajes típicos y comicidad facilona. El público pedía felicidad en un mundo que estaba roto.
En ese contexto el gran triunfador es un hombre que no ha pasado a la historia de la literatura pero que llenaba los teatros y que se convirtió en uno de los más ricos y populares escritores de la época. Adolfo Torrado triunfa en los teatros y su estilo de escritura dramática se vuelve tan popular que inicia un nuevo género llamado el «torradismo».
Obras con un gran componente melodramático, con personajes que llaman al sentimentalismo más evidente y más fácil, con una comicidad popular y retetitiva, con estructura repetida y con historias simples que llamaban al público y que lo tocaban en su fibra más primaria.
Así Torrado se gana un hueco en el panorama español, pero también se gana el desprestigio por parte del resto de autores y sobre todo por parte de los críticos. Ese hecho lo ha convertido en un olvidado de la historia de la literatura, sin duda con razón por su calidad literaria, pero que tuvo tanto éxito, que generó tanto polémica, que sin duda debería al menos citarse su nombre en la nómina del teatro español de posguerra.
Ese teatro fue evolucionando en torno a la comedia burguesa hasta crear obras originales, modernas y humanas que han llenado salas y que han llegado hasta nuestros días con potencia suficiente como para ser repuestas y apreciadas por el público.
Una serie de autores se ocupa de llenar los teatros, a base de obras basadas en sucesos imposibles, sobre todo que tienen lugar en ambientes de la alta burguesía. La comedia burguesa vive una revitalización, con finales felices, personajes típicos y comicidad facilona. El público pedía felicidad en un mundo que estaba roto.
En ese contexto el gran triunfador es un hombre que no ha pasado a la historia de la literatura pero que llenaba los teatros y que se convirtió en uno de los más ricos y populares escritores de la época. Adolfo Torrado triunfa en los teatros y su estilo de escritura dramática se vuelve tan popular que inicia un nuevo género llamado el «torradismo».
Obras con un gran componente melodramático, con personajes que llaman al sentimentalismo más evidente y más fácil, con una comicidad popular y retetitiva, con estructura repetida y con historias simples que llamaban al público y que lo tocaban en su fibra más primaria.
Así Torrado se gana un hueco en el panorama español, pero también se gana el desprestigio por parte del resto de autores y sobre todo por parte de los críticos. Ese hecho lo ha convertido en un olvidado de la historia de la literatura, sin duda con razón por su calidad literaria, pero que tuvo tanto éxito, que generó tanto polémica, que sin duda debería al menos citarse su nombre en la nómina del teatro español de posguerra.
Ese teatro fue evolucionando en torno a la comedia burguesa hasta crear obras originales, modernas y humanas que han llenado salas y que han llegado hasta nuestros días con potencia suficiente como para ser repuestas y apreciadas por el público.
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