Según algunos datos, en España se descargan al año 0,6 libros electrónicos de forma legal. Al no precisar de formato impreso, ni de una logística de distribución exagerada, el precio de los libros digitales es menor que el de los impresos. Y lo que se paga es fundamentalmente el texto.
Un escritor percibe aproximadamente el 10% de cada libro que vende. Es decir que si cuesta 20 euros, el escritor, que es quien crea todo el libro y quien lo hace además desde la nada, se lleva 2 euros. Ese dinero es el pago por todo su trabajo, individual y casi siempre solitario, un trabajo que lleva desde la nada a crear un producto vendible.
En el resto de Europa, el libro digital tiene mayor implantación. No sabemos la razón, pero en Italia y Francia se venden 4,5 libros digitales por persona al año. Puede deberse a que la tecnología es más aceptada en esos países, a que nosotros preferimos el formato en papel, o a la piratería.
Una diferencia tan elevada ha de tener varias razones, pero no creo que la piratería sea la última de ellas. Hay un gran número de libros gratuitos para libros digitales, que son los que pertenecen al acerbo público, es decir, que no tienen derechos de autor porque estos han caducado.
Pero a pesar de ello, el ansia de lo gratuito, de no pagar por nada, es imparable en nuestro país. Descargarse películas, series, música o libros es un acto cotidiano practicado por muchos sin saber que la consecuencia final de ese hecho es la desaparición de los artistas como profesionales, ya que no podrán dedicarse al trabajo que nos gusta y sobre todo no podrán crear las obras que nos emocionan, nos hacen reflexionar o nos perturban.
Para la piratería también hay muchas y variadas razones, el alto precio, la subida del IVA, y razones culturales evidentes en los que la percepción de que todo ha de ser gratuito está en lo más profundo de nuestro pensamiento.
Un escritor percibe aproximadamente el 10% de cada libro que vende. Es decir que si cuesta 20 euros, el escritor, que es quien crea todo el libro y quien lo hace además desde la nada, se lleva 2 euros. Ese dinero es el pago por todo su trabajo, individual y casi siempre solitario, un trabajo que lleva desde la nada a crear un producto vendible.
En el resto de Europa, el libro digital tiene mayor implantación. No sabemos la razón, pero en Italia y Francia se venden 4,5 libros digitales por persona al año. Puede deberse a que la tecnología es más aceptada en esos países, a que nosotros preferimos el formato en papel, o a la piratería.
Una diferencia tan elevada ha de tener varias razones, pero no creo que la piratería sea la última de ellas. Hay un gran número de libros gratuitos para libros digitales, que son los que pertenecen al acerbo público, es decir, que no tienen derechos de autor porque estos han caducado.
Pero a pesar de ello, el ansia de lo gratuito, de no pagar por nada, es imparable en nuestro país. Descargarse películas, series, música o libros es un acto cotidiano practicado por muchos sin saber que la consecuencia final de ese hecho es la desaparición de los artistas como profesionales, ya que no podrán dedicarse al trabajo que nos gusta y sobre todo no podrán crear las obras que nos emocionan, nos hacen reflexionar o nos perturban.
Para la piratería también hay muchas y variadas razones, el alto precio, la subida del IVA, y razones culturales evidentes en los que la percepción de que todo ha de ser gratuito está en lo más profundo de nuestro pensamiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario