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domingo, diciembre 08, 2013

MUSEOS LLENOS


Paseando por las ciudades españolas, se ven colas en las puertas de los museos y cabe preguntarse para los que vemos, vivimos y circulamos día a día por esas ciudades por qué visitarlas, por qué visitar sus museos.

Normalmente son los residentes de las ciudades los que menos conocen lo que guardan sus museos. Saben donde están estos por las colas que hacen los turistas a sus puertas. Pero la mayor parte de las veces no saben qué hay en su interior, qué guardan esas paredes, qué se puede vistiar y qué se puede conocer en ese lugar.

Muchos de esos museos son visitables por sí mismos. Por estar en edificios que merecen ser apreciados más allá de lo que guarden o de lo que muestren. Edificios que son una obra de arte o una fuente de curiosidad para los que quieren saber qué guarda por dentro.

Y en muchos casos guardan obras emblemáticas. Sería fascinante trazar un atlas de la pintura, la escultura o la arquitectura española. Muchas pequeñas localidades, medio deshabitadas, perdidas en pequeñas provincias o en remotos pareajes acojen repentinamente una maravilla artística.

Obras del Greco, Goya, Velázquez o Murillo, esculturas de Salzillo, edificios de Herrera. Maravillas románicas. Retablos expuestos en Nueva York. Palacios renacentistas. Y así continuamente. Puediendo llegar a crear un museo infinito, un museo imposible de visitar de tan grande como sería.

Esas colas de los museos serían mayores si supierámos lo que esconden en su interior, si pudiéramos llegar a comprender la grandeza del espíritu humano, lo único y personal y diferente y aún así cercano que muestran y ofrecen para todos. Incluso para aquellos que pasamos por sus calles sin percatarnos de lo que esconden dentro los edificios, de lo que está guardado y esperando para mostrarnos lo mejor y lo peor de la condición humana.





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