En la tradición
clásica, la comedia creaba nuevas sociedades mientras que el drama
mostraba la destrucción de las sociedades existentes. Por eso las
comedias acaban casi siempre en boda, creando así nuevas familias,
nuevas estructuras. Y por eso los dramas o las tragedias acaban con
la muerte de alguien, significando así el final de algo que había
existido hasta ese momento.
Por ese motivo, la
tragedia nos conmueve, hace que salga de nosotros un sentimiento de
conmiseración, de lástima y también muchas veces de empatía ante
los sucesos que vemos o leemos. Sin embargo, el sentimiento al ver la
comedia es diferente, es el de esperanza, el de alegría, el deseo de
repetición también en nosotros mismos o en el resto de nuestro
entorno. La tragedia conmueve, la comedia esperanza.
Así ha sido desde
casi el principio de todo, desde los griegos y así es también
ahora. Ante una comedia como 8 apellidos vascos estamos ante la
creación de una nueva sociedad. La nueva pareja creada creará su
propia familia y así generará una nueva construcción social. Ante
un drama o una tragedia, Blue Jasmine por ejemplo, asistiremos con
lástima al derrumbe de una parte de la sociedad, de una mujer cuyo
mundo se derrumba.
Y así, contando dos
tipos de historias, dos cosas simples, sobrevive desde tiempos
inmemoriales la ficción, la comedia y la tragedia, conmoviéndonos o
esperanzándonos, contando historias que son siempre las mismas pero
que nos parecen nuevas, porque generan en nosotros el sentimiento
correcto. Y así seguirá por mucho tiempo, contando siempre lo
mismo, añadiendo matices y hasta variantes, pero creando y
destruyendo el mundo a cada historia, como ha sido siempre y como
siempre será.
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