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martes, diciembre 09, 2014

HUMOR Y DICTADURAS. EL GRAN DICTADOR Y THE INTERVIEW


En un castillo se reúnen dos tipos vestidos de uniforme, uno con un pequeño bigotito y otro con los ademanes de un típico chuleta de piscina. Esos dos tipos controlan los designios de Europa y acabarán por llevarla a una cruenta guerra de consecuencias aún patentes. No es realidad, es El Gran Dictador.

Chaplin quería mostrar la realidad del fascismo y de los regímenes italiano y alemán, y parodia a sus líderes y sus actitudes para mostrar que realmente no eran hombres, no eran humanos, sólo eran máquinas. Aún es 1940 cuando la película se estrena (había comenzado a rodarse casi dos años antes) pero predice la Segunda Guerra Mundial y muestra, con su parodia, la cara más real y cierta de aquellos personajes que guiaron al mundo casi hasta su destrucción.

Por supuesto la película estuvo prohibida en la Alemania controlada por Hitler. Se dice que él sí vio la película, pero no se sabe qué le pareció. También estuvo prohibida en España hasta la muerte de Franco y no se estrenó hasta 1976. Parece que a los dictadores no les gustaba verse reflejados en sus parodias, ver cómo se reían de ellos, cómo eran reducidos a algo tan poco importante como para causar la carcajada.

Ahora Sony está sufriendo graves ataques informáticos que han filtrado películas sin estrenar, sueldos y direcciones de sus empleados y la amenaza de continuar con el ataque si estrenan The Interview una película que hace parodia sobre Kim Jong Un, el dictador de Corea del Norte.

En un caso similar al de Hitler, a Kim Jong Un y a sus secuaces no les apetece que el mundo se ría de ellos y quiere que la cinta desaparezca. Lejos de conseguirlo, está realizando una de las mejores campañas de publicidad de la historia. No se habla más que de ella en los periódicos y toda esta historia de espías que quieren destruirla antes de su estreno llenan de rebeldía y de ganas de verla a todo el mundo.

Dar tanta importancia a la broma de The Interview va a costarle más a los atacantes que haber sabido aceptarla o ignorarla. Porque nunca es tan peligroso el humor y la ficción como cuando alguien se lo toma en serio y quiere prohibirlo. 



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