De entre los muchos
objetivos que se puede marcar un creador cultural, el de hacer reír
tal vez sea el más difícil, y no sólo porque cada persona tiene un
concepto de lo risible o de lo cómico distinto, sino porque la risa
depende mucho del ritmo, del tono, del momento. Sabemos porque lo
dijo Woody Allen que la comedia es tragedia más tiempo, pero ¿cuánto
tiempo? ¿Qué nivel de tragedia? ¿en qué contexto?
El mismo Woody Allen
lo mostró en Melinda y Melinda, la historia contada dos veces de una
mujer que, fuera de sus cabales, inestable psicológicamente, puede
mostrar la cara cómica o la trágica de la vdia. Esa Melinda es la
misma mujer que la protagonista de Blue Jasmine, del mismo Allen y
muestra lo trágico de perderlo todo. Pero por otro lado, puede
contarse la comedia de perderlo todo.
Otras dos caras de
la misma moneda serían Zombie Party y The Walking Dead, una comedia
y una tragedia sobre el apocalipsis. Una misma historia contada desde
dos puntos de vista que da risa o llega al terror.
Zombie Party es una
película inglesa que cuenta como dos perdedores acostumbrados a la
cerveza ya vaguear viven y sobreviven al apocalipsis zombie que
sucede en su ciudad. A nadie le importa cómo pasó. Ni le importa
cómo se solucionó. Simplemente pasó y las historias que cuenta la
película, siempre con un tono humorístico, mueven a la risa. Igual
que Woody Allen con la historia de Melinda, sólo hay que ponerse en
una ángulo y contar la historia desde ahí.
Al otro lado
estarían los héroes trágicos de The Walking Dead, hombres que
hacen lo que sea para sobrevivir, que saben que lo pero no son los
zombies sino los vivos y que sufren, sufren y sufren.
Comedia y tragedia
están separadas por muy poco, por el tiempo, el punto de vista o
simplemente por el tono con el que se cuenta algo. Aprenderlo es
complicado porque puede acabar haciéndose reír a quien se pretende
asustar y viceversa.
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