A principios de 1905
los periódicos hablaban de la revitalización del comercio que
podría traerles las celebraciones del centenario de El Quijote. Los
periódicos publicaban disertaciones importantes sobre la figura del
caballero cervantino y diferentes libros estudiaban la novela
cervantina y a sus personajes.
El Quijote quedó
como referencia entre los autores del 98. Condensaban el alma
española en las andanzas del Caballero de la Triste Figura y su
acompañante Sancho Panza y diversas publicaciones de Unamuno o
Azorín hablan de ese espíritu español que estaba presente en la
novela. Más tarde Ortega reflexionará sobre la obra, ya en el
centenario de la segunda parte.
Ahora, nos acercamos
nuevamente a la celebración de un nuevo centenario, que con
artículos y noticias se va calentando en la prensa, esperando
también la revitalización económica de algunos lugares, la venta
de libros y de Quijotes de diversa índole.
En 1905 Azorín sale
de viaje por la Castilla de El Quijote, recorre los lugares que son
mencionados en el libro y aquellos que se suponen relacionados con la
figura del caballero. Argamasilla de Alba, El Toboso y otros lugares
cercanos componen La Ruta de Don Quijote que con su prosa fina y
certera nos acerca Azorín. Lugares que parecen detenidos en el
tiempo, que son todavía los mismos que recorrían Sancho y Quijote,
que muestran a la vez el pasado y el presente de ese alma de España
que buscaron siempre los del 98.
El libro de viaje de
Azorín se diluía entre la prosa académica y propagandística sobre
El Quijote y Cervantes. Mostraba los pasos que pudo dar el gran héroe
español, ese héroe triste y derrotado como la misma Castilla, la
misma España. Ahora la ruta de Don Quijote recorre toda la Mancha,
cualquier pueblo, cualquier lugar, cualquier cascote, llamando, una
vez más, a la revitalización del comercio de esta España triste y
derrota.
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