El romanticismo,
entendido no cómo la intención amorosa, sino como una etapa
artística con sus características propias y sus obras ya clásicas,
muestra la vuelta a lo sentimental tras una época, el neoclasicismo,
donde lo útil y lo casi científico fueron la importante.
Huyendo del
formulismo, los románticos señalaron al corazón como fuente de la
creación y los sentimientos y la introspección psicológica como
material para expresar toda una variedad de sentimientos y pasiones
que era lo fundamental para esta época turbulenta de la literatura y
el arte.
El Museo del
Romanticismo ofrece un paseo por la época más allá de la que
podemos encontrar en las obras de diversos artes. Ofrece una
experiencia que vendría a ser como establecer un contacto directo y
vivo con la época. Pasear por sus pasillos es como ver esa época por
dentro y comprobar cómo la sensibilidad romántica afectaba a todos
los ámbitos de la vida y cómo eso ha quedado plasmado y se trasmite aún a quienes visitan sus salas.
Con obras pictóricas
de Goya como precursor del movimiento o de Madrazo como pleno artista
romántico, obras decorativas, mobiliario o fotografías, el museo
sumerge al visitante en esa época que por sus obras puede llegar
incluso a producir rechazo.
Para todos aquellos
que quieran comprobar in situ como era la época y aprender no sólo
las características básicas y las obras que componen la estética,
sino vivirla en cierta forma, este museo ofrece una vivencia certera
de todo aquello que componía esa época tan cercana para muchos.
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