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lunes, diciembre 08, 2014

EL NARRADOR Y EL LECTOR, PRESOS DE SU TIEMPO


En su discurso de aceptación del Premio Nobel, Modiano ha afirmado que el narrador es un prisionero de su tiempo. Su obra, marcada por el tiempo que le ha tocado vivir, y sobre todo por el tiempo que le ha obsesionado siempre, el de la ocupación alemana durante la II Guerra Mundial.

Las palabras de Modiano, tienen gran parte de realidad absoluta en la narración. Pese a que las narraciones pueden alejarse del tiempo en el que los hechos tienen lugar, el tiempo del narrador y también el del lector, aprisionan esa realidad narrada y hasta la modifican.

Tomemos por ejemplo la ciencia ficción de los años 60 o 70. Su visión del futuro estaba condicionada sin duda alguna por su visión del presente, por el tiempo en el que estaban viviendo esos narradores.

Obras como Fahrenheit 451 muestran un futuro que no es sólo una imposibilidad, sino que visto hoy, resultaría sobre todo poco creíble, poco futurista. El futuro, visto hoy, tendría enormes diferencias con ese visto por Bradbury, tecnológicamente, socialmente, económicamente, culturalmente.

Otras muchas visiones del futuro e incluso del pasado se encuentran prisioneras del tiempo que vivimos, con sus propios problemas, sus propios tabúes, su tecnología y sus valores sociales y morales, que vistos en el pasado o aplicados al futuro nos da un resultado maniqueo de lo pasado o de lo porvenir.

El narrador es prisionero de su tiempo, pero también lo es el lector, que no puede salir de su persona, o de su tiempo para ser otro, para tener otra moral y otros conocimientos. Así todo lo que narramos está condicionado por lo presente, por la realidad, por el ahora, por más que triunfe la novela histórica o la novela de ciencia ficción. Manipulando la historia y el futuro, la ficción muestra casi siempre su presente, a veces incluso de manera interesada y consciente.



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