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martes, agosto 10, 2010

SIN SOL

Había dejado de brillar el sol, pero el calor era, no sé cómo, mayor, así que nadie dormía en la casa. Los patos se arrancaban las plumas que no necesitaban y discutían entre ellos por ver cuál daba aire al otro con sus pies palmípedos.

La terapeuta se remangaba la camiseta por encima del ombligo y se ponía el más corto de los pantalones. Con un spray de los de las peluquerías se echaba agua a cada rato, pero se confundía con el sudor o se evaporaba muy rápido como para refrescarse.

Yo, que todo me da un poco igual, continuaba con mi ropa y mi rutina y si no dormía era más que nada porque estaban allí ellos despiertos y no me parecía bien estar roncando mientras ellos no podían dormir. Por eso y porque me habían despertado de un par de leches por envidia.

Decidimos salir un poco en busca de un lugar con aire acondicionado. O con bebida fresca. Nos pedimos unas cervezas en un bar. Allí estaban Luna y Sol nuestras amigas públicas. No podían trabajar con ese calor. Se ponían a sudar a los dos segundos de intentarlo, así que habían desistido. Más que nada porque un cliente se había desmayado por la deshidratación y se habían dado un susto de muerte.

La cerveza fresca se agradecía, y era buena de beber porque se sudaba rápido y no subía. Pasó un buen rato y el bar se fue llenando.


Me vuelvo a quedar sin sol, sin sol, sin sol

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