Nuestro amigo Germán vino a vernos a casa una tarde. Allí estaban también Luna y Sol. El mes de agosto estaba bajo y no tenían mucho trabajo, así que como vivían cerca se venían un rato a tomar algo. No sé cómo había pasado pero nuestra casa se había convertido en un lugar de reunión. Eso me dejaba poco tiempo para practicar y componer, pero bueno, con el calor el blues sale solo.
El amigo Germán vino a contarnos que había estado haciendo una inspección en un ayuntamiento. Aquello era tan fraudulento que le iba a llevar meses contabilizar todos los fallos, errores y delitos que habían cometido. El concejal de urbanismo era, singularmente, el único que se había mantenido al margen y que no había aumentado su patrimonio, ni había ejercido ningún comportamiento ilegal. Pero el resto tenía tantas y tantas y tantas pellas que Germán se quedaría sin vacaciones en dos años. Como era un funcionario responsable al que le gustaba su trabajo, estaba encantado.
Su gran proyecto era prohibir que los ayuntamientos permitieran la construcción de nuevas casas. O que eso derecho se limitara a los lugares donde las casas fueran necesarias. Es un soñador.
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