Estábamos tan poco atentos a la conversación que estaba fuera de la nuestra que cuando oímos aquello nos callamos un rato, nos miramos, seguimos callado un buen rato más y estuvimos otro rato más callados. Se nos escapaban por todos lados los ojos asombrados y las ganas de reírnos, pero no lo hicimos.
Sentados en la terraza estábamos todos, tantos que ni siquiera sabía quiénes eran los que estaban allí, ni su nombre, ni su filación, ni su nada de nada. Algunos no hablaban, lo que les confería cierta importancia y cierto aire de inteligencia, sobre todo comparados con los que sí hablaban que claro, hacían de sus palabras un monumento.
Hablar es difícil. Sobre todo porque hay que decir algo. Y ese algo tiene que ser pertinente. Y durar lo justo. Y no dar un exceso de información. Ni dar poca información. Total, que hablar es muy complicado. Aún así la gente no deja de hacerlo todo el rato, de lo que sea. De música, de tecnología, de ruedas de coche, da igual, la gente habla y habla y habla y los callados, que para eso están callados, escuchan, se ríen, a veces por dentro, a veces por fuera.
Total, que se acercó a mí me dijo: mejor callar y parecer tonto, que hablar y demostrarlo. Pero para mí, ya era tarde.
1 comentario:
y pensar que tiene razon
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