El ritmo de la terapeuta con los dedos cada vez me gustaba más. No me valía para un blues, pero me estaba gustando. Hablaban ahora muy rápido y no sabíamos quien decía qué, si era él o ella la que decía las cosas:
Improvisemos un guión definitivo
que no tengamos más remedio
que olvidar
y hacer que todas las estrellas
del camino para que nunca
falten ganas de soñar
y suena bien parece que nos hemos
convencido solo tenemos que perder
velocidad hace ya tiempo que no estamos
divididos algo sobraba cuando echamos a volar.
Improvisar un guión definitivo, hacer las cosas despacio, inventándolas según las hacemos, olvidar y hacerlo todo despacio, lentito, más despacio y quitándonos lo que nos sobra, como una tortuga, despacito, lento, despacito, improvisando, inventándonoslo. Parece un poco perro flauta, pero me gusta. Nos sonreímos.
Y hemos sobrevivido aunque no sé bien a que
y es que andábamos tan perdidos que no podíamos ver la alegría que se lleva el miedo
los buenos ratos, el sol de enero, volver contigo cada amanecer
Mira qué felices se van. Pues sí, haciéndolo despacio y con alegría. Y yo que pensaba que se iban a separar, hubiera estado bien porque él es mono. Y ella. Nos los hubiéramos repartido. ¿Has parado de dar golpes? Sí. Hacer las cosas despacio, ¿eh? Sí. Ya lo ves, el secreto de las tortugas es que van despacio.
El secreto es que va muy despcio
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