A veces me envías los mensajes para provocarme. Quieres respuestas, quieres mensajes que puedas usar, mensajes que te gusten y que sepas que le van a gustar. Por eso me mandas un mensaje que has estado toda la mañana pensando. Y esperas mi respuesta. Pero yo no juego. No caigo en esa provocación. No por esta vez. O por un rato. Tú me mandas el mensaje y yo lo leo. Y lo guardo. O lo contesto: no sé que decir ante eso. Tú, decepcionada, te sientas y esperas, fumas y esperas, piensas en llamar y esperas, abres uno de los libros (tal vez uno de los que te regalé) y esperas y buscas. Hasta que yo ya no puedo aguantar más.
1 comentario:
Desesperadamente basado en hechos reales.
Saludos,
VD
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