Es imposible en un solo viaje recorrer
todo Londres. Ni siquiera en un solo viaje narrativo. Hay tantos
Londres narrados, tantas historias londinenses, del pasado, del
presente, del futuro, que se hace difícil elegir qué visitar, qué
ver en la ciudad capital de un imperio y de un idioma y de una
literatura y una cultura que llena y sigue llenando nuestras vidas.
El Londres más moderno y más real
está tal vez en las novelas de Nick Hornby. Las clases medias que
viven en edificios de apartamentos, que mantienen vidas pegadas a los
pubs y sus trabajos y sus aficiones es la que relata Hornby en sus
novelas, que son mitad realistas, mitad irónicas. En Picado,
Fiebre en las gradas o Cómo ser buenos relatan ese
Londres normal y cotidiano que podríamos vivir si fuéramos súbditos
ingleses.
El más clásico, el más recordado, es
el Londres de Jack el Destripador. Un Londres oscuro y feo.
Con su niebla omnipresente y sus barrios bajos, sucios, plagados de
prostitutas y trabajadores baratos llegados con la promesa de un
mantenimiento económico, que se pasan la vida en una fábrica y que
luego rondan las tabernas y a las chicas que se venden en ellas. Ese
Londres con hollín en las paredes y con caras negras por la
suciedad. Ese Londres en el que acecha un asesino en la esquina, un
cuchillo que brilla, un resplandor mínimo. Ese Londres es el que
Alan Moore y Eddie Campbell en From Hell. Con una nueva
edición integral, con los errores de las anteriores corregidos y por
menos de 30 euros, podremos visitar las entrañas de la ciudad que
arrancó el anónimo destripador.
Ese mismo Londres, el del misterio y
las adivinanzas, es el de Sherlock Holmes. En las novelas de
Conan Doyle, el maestro de la deducción y del pensamiento razonado,
el que puede saberlo todo de ti sólo con verte un momento, se nos
muestra un Londres civilizado. Asesinatos y robos y leyes que se
quebrantan, pero siempre entre caballeros, entre gentes civilizadas,
en una burguesía que aún mantiene su estatus. La descripciones de
la ciudad y sus gentes nos acercan un Londres amable, pues uno de los
mayores héroes de Inglaterra protege, con su trabajo investigador, a
sus ciudadanos.
El último Londres que visitaremos en
nuestro primer viaje a la capital inglesa es el interior. El de las
mansiones de la burguesía. Ese es el Londres al que expondrán a
Elisa Doolitle el profesor Higgins. My fair Lady. Una apuesta
entre dos hombres cultos: hacer pasar a una florista de la calle con
sus malos modales y su acento barriobajero por una distinguida
señorita en un baile típico. Una apuesta que se gana. Y un Londres
diferente, el de las mansiones y el té, el de los hombres de
ciencia, asentimentales, aspergers, habitantes de sí mismos. Londres
y sus carreras de caballos y sus vestidos lujosos. El gran Londres de
lujo y diversión y criadas que cuidan de viejos excéntricos.
Un pequeño bosquejo, apenas un fin de
semana en la gran ciudad, en la City que año tras año enamora al
mundo con su recreación constante, con sus gentes y sus músicas y
sus modas.
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