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domingo, octubre 20, 2013

EL TERROR HUMANO

Seres fuera de la norma, fuera de lo real, fuera de la moral y de lo legal. Son los seres que habitan en la narrativa de terror. Allí donde las explicaciones no sirven para quitar el miedo, sino para explicar qué es lo que nos está matando. Donde lo perturbado se hace real y acaba por hacer la marca más cierta de lo real: acaba por hacer sangre.

En Sitges se celebra el festival de esos seres fuera de toda norma, de toda lógica. Seres formados por lo peor de nuestras pesadillas. Y por cosas aún peores, por lo peor de la realidad. Esos seres que no respetan la norma porque no han nacido con ella nos envuelven en el peor de nuestros temores: dejar de ser humanos, de tener conciencia y pensamientos de seres civilizados que respetan a los otros, a los comunes.

Esos seres perturbados (vampiros, zombies, asesinos, fantasmas, psicópatas,...) tienen la capacidad para perturbaros a nosotros. De mostrarnos lo peor de nosotros mismos como si de un espejo de locura se tratara. De eso somos capaces: de matarnos, de mutilarnos, de devorarnos, de romper con las leyes de la naturaleza.

Asistir a esa narrativa tiene algo de transgresor. Nos envuelve en los pensamientos, en las aficiones de los malvados, de los perturbados, de los extraviados y los imposibles. Esos pensamientos que tenemos también como seres sociales y morales que habitan un universo ordenado y que se manifiestan en nosotros sin que les dejemos salir. Esos pensamientos que buscan escape en los gritos de las masas deportivas, en los hábitos extraños del sexo, en los enroques del placer donde nos desembarazamos de nosotros.

Todo ese universo que pretende mostrarnos nuestro yo más perturbado y más salvaje, más enfrentado a la norma y la realidad, a la sociedad y al resto de los humanos. Ese universo que se muestra en esa ficción de terror que nos busca a través del dolor y la sangre. Pero que se vuelve aburrido cuando es sólo diversión, cuando no pretende más que asustarnos, cuando no tiene conexión con lo humano.

Un terror humano. Ese es el que funciona y funcionará siempre. Porque nos afectará y nos enfrentará con lo nuestro, con nuestra parte más disfuncional. Con nuestro yo perturbado.



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