El viaje como fuente de cambio, no sólo
espacial y de costumbre, sino sobre todo y ante todo personal, es un
tópico narrativo ampliamente explotado. Diferentes recorridos a lo
largo de diferentes espacios consiguen en unos casos la maduración y
en otros el cambio en los protagonistas de esos viajes.
En los tiempos modernos, donde los
viajes son tan comunes, ese cambio no se produce o no de una manera
tan cierta como se produce en las ficciones narrativas o incluso en
los diarios de los viajantes antiguos. Las culturas desconocidas por
entonces, los paisajes misteriosos y el tiempo que se invertía en
cada viaje, nada que ver con lo actual, hacen que esos cambios sean
ahora tan difíciles.
El viaje como aventura que varía el
estado personal es difícil de encontrar en las narrativas modernas.
Sólo en casos muy extremos (viajes que acaban mal, experiencias
próximas a la muerte, contacto con culturas en pésimas condiciones
de vida) esos viajes suponen un cambio para los viajantes. El efecto
más normal es de la sorpresa, el de querer verlo todo, con un afán
escrutador difícilmente explicable.
De ahí que la narrativa de viaje como
la entendemos esté alejada de los tiempos modernos. Cuando se
incluye en una narración siempre se va al pasado, casi siempre es en
novelas históricas, donde los protagonistas pueden variar su forma
de ser al conocer y vivir experiencias que no pensaban.
Las estrellas, ahora, son las guías de
viaje. Qué ver en cada lugar. Qué tomar y qué comer. Dónde ir.
Cuáles son las costumbres e incluso las vestimentas que nos
permitirán sentirnos uno más en el lugar que visitaremos.
Desvelando los secretos y los misterios de los lugares. Mostrando de
antemano lo que veremos y oiremos, lo que haremos.
Ese conocimiento de antemano hace
además que lo importante no sea el viaje, sino los objetos de este:
los monumentos o museos o cosas que veremos, las plazas y los bares
que recorreremos, las cervezas que tomaremos, sin apreciar que es el
movimiento, el cambio de lugar y de tiempo, de idioma y costumbres,
lo que debería producirnos el cambio, el descubrimiento interno.
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