Un viaje inesperado es el nombre
de la primera parte de las tres que utilizará Peter Jackson para
contar El Hobbit. Vuelto a sumergir en el universo de El
señor de los anillos de JRR Tolkien. Es lo que podría llamarse
una precuela, pues cuenta hechos anteriores a los que se narraron en
su primera trilogía sobre el tema.
Y lo que cuenta la película es
precisamente eso, un viaje. Pero no un viaje sin más. Sino un doble
viaje, el físico hasta la montaña donde el dragón ocupa el antiguo
reino de los enanos, y el viaje interior del grupo de enanos y sobre
todo de Bilbo Bolsón, el hobbit protagonista de la obra.
De una vida cómoda y tranquila en la
idílica comarca en la que viven los hobbits, a los peligros de un
viaje plagado de orcos, trasgos, trolls y otros seres peligrosos y
hambrientos prestos a devorar a un pequeño e indefenso hobbit.
Esa vida cómoda, acostumbrada a la
comida buena y abundante, acostumbrada a la pipa esperando la cena y
a cuidar el jardín y la huerta, se ve truncada por la aventura. Y de
esa aventura nace el conocimiento interior: la avaricia, el valor, el
dolor, la amistad y sobre todo la capacidad del propio protagonista
de cambiar, de transformarse a través de las vivencias que ha
conocido.
La película con una técnica
fascinante al servicio de la historia, no sólo cuenta ese viaje
interior por la personalidad de Bilbo, también encuentra espacio
para mostrar un mensaje de camaradería, de positivismo: todos
juntos, por diferentes que seamos, podemos acabar con el mal, no sólo
con el mal del mundo, sino con el mal que anida en nosotros mismos.
Un viaje inesperado y fascinante por
dentro y por fuera de los personajes, por la tierra media y sus
peligros. Por la técnica y la historia. Un viaje, que lejos de
aburrir con detalles que unan esta narración con las anteriores,
simplemente cuenta la historia que quiere contar, la del viaje que
acabará por cambiarlo todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario