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miércoles, octubre 02, 2013

EL NEGOCIO EDITORIAL Y LA CRISIS LECTORA

En este estado de crisis general, el mercado editorial ha perdido un 30% de negocio. Eso, en principio, no debería asustarnos. Que las editoriales ganen menos dinero no es problemático. Pero sí lo es que las ventas hayan caído. Eso supone menos publicaciones. Menos apuestas por escritores nuevos o distintos. Y menos librerías, menos lugares donde comprar libros.

¿Por qué se reduce en un 30% el negocio? Achacar al Estado ese hecho es una norma. La subida del IVA desde luego no ayuda. La crisis hace que la cultura, la lectura, se vuelva algo superfluo, algo dentro de las necesidades de tercer o cuarto grado. El Estado no hace nada por ayudar a las editoriales, o eso dicen desde la patronal del negocio.

Pero la cuestión va más allá. Incluso en los años de bonanza España era un lugar donde se leía poco. Había un sector editorial que tenía más ganancias, pero los lectores no eran muchos. Y no han estado nunca muy cuidados. Ediciones poco cuidadas. Precios excesivos. Libros con temáticas y estilos repetidos y repetidos y repetidos.

Lo achacable al Gobierno es sobre todo su fracaso en la cuestión educativa. No ser capaces de crear lectores de futuro, ese es el fracaso del Gobierno y de todos los componentes del sector. Las políticas educativas no toman la lectura como algo importante. La mayor parte de los alumnos de la ESO no saben hacer lecturas comprensivas, si es que saben hacer lecturas sin más.

Durante años, se habla de reformas educativas que ponen énfasis en preparar individuos para el mercado laboral, bien sea a través de la formación universitaria, bien a través de otra formación (la pobre formación profesional, tan interesante y cualificada siempre olvidada por todos, siempre vilipendiada por ser “para tontos”), pero esos individuos llegan a la universidad sin saber leer, sin saber distinguir lo que leen y con una capacidad expresiva casi nula.

Las reformas educativas acaban peleándose en las migajas, la inclusión o no de una hora de Religión, el fracaso en las matemáticas, la extensión a materias más técnicas (y un tanto inútiles) la inclusión en todas las materias de un bilingüismo más que discutible. Pero nunca se hace lo necesario, ayudar a que los individuos, a que los alumnos, sean capaces de entender y expresarse correctamente.

En un contexto así, con una población cada vez más incapaz, cada vez con menos gusto lector, con menos capacidad de entendimiento, concentración y capacidad crítica en la elección y en el entendimiento, el negocio editorial no sólo caerá el 30%. No caerá por la crisis. Simplemente quebrará.



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