Ya hemos hablado antes de Jiro
Taniguchi y de sus obras, especialmente de Barrio Lejano. De
él hemos destacado su capacidad para construir historias intimistas
que además conservan la tensión narrativa y presentan una emoción
narrativa sorprendente para historias intimistas. Así sucede incluso
en El Gourmet Solitario, la historia de un comercial japonés
que come fuera de casa y de su relación con la comida y la realidad.
En Un zoo en invierno volvemos a
encontrarnos con una obra sorprendente. Trazada a manera de una falsa
autobiografía, cuenta la historia de un chico que llega a Tokio a
trabajar como ayudante de un dibujante de manga, la historia esconde
a la vez una descripción del trabajo del dibujante, un viaje a la
bohemia de Tokio, una historia de amor y sobre todo una historia de
aprendizaje de la vida, el amor y el trabajo.
Un joven que quiere escribir manga y
que no sabe cómo hacerlo, que se ve metido en su trabajo y en una
rutina de bohemia y diversión, conoce a una joven con la que irá
descubriendo el amor y el oficio de escritor de manga.
La capacidad narrativa de Taniguchi
vuelve a sorprendernos con un final sin final, donde nada empieza o
termina o sucede, donde la historia sin más deja de contarse. Ese
final es uno de los grandes aciertos del libro. La historia personal
de Hamaguchi, el protagonista, nos remite a la de Taniguchi, el
autor, creando un continuo juego de identificación entre personaje y
autor.
Una historia de juventud, de
aprendizaje, de amor, de literatura, de trabajo y de los momentos que
hacen que las vidas cambien. Una historia que no hay que perderse.
(Jiro Taniguchi, Un zoo en invierno,
Ponent Mon, 16 euros)
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