Siendo una obra corta, una de esas
novelas que llamaríamos breves, al estilo de El corazón de las
tinieblas y Otra vuelta de tuerca, San Manuel Bueno,
mártir, es tal vez la obra más leída de su autor, Miguel de
Unamuno. Su carácter de lectura obligatoria en COU y más tarde en
el Bachillerato la han convertido en lectura que muchos han tenido
que hacer.
La producción novelística de Unamuno
sin ser especialmente amplia, sí cuenta con muchas más novelas, de
mayor extensión que San Manuel, pero en esta obra se concentran
muchos puntos comentables, contiene gran cantidad de referentes
literarios y filosóficos que hacen de ella un instrumento útil a la
hora de trabajar en su texto.
Lo más sorprendente de la novela es su
vitalismo. La obra de Unamuno no está marcada por la alegría y la
vitalidad, sino más bien por un gran pesimismo que además se exalta
en tragedias horribles, como la de don Avito en Amor y Pedagogía
o la de La tía Tula.
Pero San Manuel bueno, escondiendo en
su interior una gran tragedia, nos enseña una cara distinta de la
vida. San Manuel vive su vida pidiendo a los demás contento de
vivir, alegría, risas. Pero además de pedirlo, trata de procurarlo
para los demás. Esa vitalidad se eleva sobre el resto de cuestiones
vitales: el nihilismo, la inexistencia de Dios, la falta de fe, la
hipocresía, la mentira.
La felicidad y el bien común son
puestos por encima de todo por parte de Lázaro y de San Manuel.
Nadie debe saber la verdad, sino mantenerse alegres y vitales. El
gran secreto de la vida es que ha de ser vivida. Por eso huyen los
personajes de la quietud y de la soledad, del pensamiento y las
conversaciones.
Es cierto que el vitalismo que exalta
San Manuel es falso. Pero precisamente su sacrificio se manifiesta
ahí, en que hace un esfuerzo supremo para ocultar la verdad y que la
vida siga siendo vivible, siga siendo alegre, se siga queriendo
vivir. Es en ese sentido en el que el párroco es un santo, en el
sentido vitalista y casi estoico de la vida: saber qué es lo que hay
y pese a ello tratar de luchar contra todo, con las pocas armas que
se tienen: la vida y su alegría.
Muchos conflictos se esconden en esta
corta novela cargada de simbolismo y de paradojas, pero el que
destaca una y otra vez es este de la vida que debe ser vivida, pese
al impulso del suicidio, pese al impulso de la negación y la
resignación a la nada. La vida y la felicidad están por encima de
todo. Hasta de uno mismo. Por eso San Manuel, además de bueno, es
mártir.
(Hay muchas ediciones de San Manuel
Bueno, mártir, destaco dos, la de cátedra, con una gran edición
de Mario Valdés (8 euros), y la de Alianza, acompañada del texto
autobiográfico Cómo se hace una novela y con presentación
del texto por Paulino Garagorri (8 euros))
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