Fijándonos bien, se puede seguir la
línea marcada por Garcilaso en la creación poética española hasta
prácticamente nuestros días. Su mundo poético ha ido cambiando y
adaptándose a otros entornos, a otros contextos, a otra forma de
hablar y de relacionarse, pero ha ido manteniéndose en lo básico
desde aquellas primeras décadas del siglo XVI.
Garcilaso inventa una forma de hacer
poesía. No sólo consigue una aplicación natural del soneto en
español, también, de cierta forma, inventa un lenguaje poético que
habla del amor y de la relación entre el amante, la amada y el mismo
sentimiento amoroso. Crea metáforas que se presumen eternas. Y crea
o recrea (eran tópicos en boga en la época, casi imprescindibles a
la hora de escribir poesía amorosa) un mundo de tópicos que
perduran hasta hoy.
Ese lenguaje cargado de tópicos, de
metáforas y de un sentimiento de contenido dolor y alabanza de la
amada, sigue un hilo conductor muy fácil de seguir. Si bien con la
llegada del barroco literario parece quedar en suspenso, ya en el
siglo XVIII y su vuelta a los valores clásicos, Garcilaso influye en
Gerardo Lobo o en muchos otros que a veces sin darse cuenta están
siguiendo la línea del poeta de la Vega. En el XIX Meléndez Valdés
retoma esa misma línea.
Ya en el siglo XX su influencia es
notable. Para muchos les llega a través de Pedro Salinas, que sin
escribir sonetos, consigue un lenguaje poético que emana de la
fuente de Garcilaso. Su primer libro amoroso se llama La voz a ti
debida, un verso de Garcilaso. A través de Salinas llega a Luis
Rosales, a Leopoldo Panero, a José García Nieto a José Antonio
Muñoz Rojas.
Todo ese lenguaje poético amoroso,
clasicista y contenido, se apodera de la poesía y el lenguaje
poético de Garcilaso se mantiene en lo básico en multitud de poetas
aún muy leídos. Y como aún leídos serán influyentes en los
siguientes, manteniendo así el lenguaje poético creado por el poeta
guerrero toledano.
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