Los museos pequeños muestran todo lo que tienen. Sacan partido de sus obras, de su pequeña colección mostrándola, cuidándola y exponiéndola de continuo. En los museos grandes eso es más difícil, a parte de las obras importantes, aquellas que dominan el museo y que atraen siempre a los visitantes, en esos museos hay muchas otras obras.
De hecho muchos de los museos grandes lo son tanto y tienen tanta antigüedad y tantas obras, que la mayor parte de su colección está guardada y archivada en sótanos, o en otras zonas del museo dedicadas a eso.
Muchas obras se encuentran así, archivadas y guardadas, sin que el espectador pueda contemplarlas y sin que haya forma de acceder a ellas por parte del público y de los investigadores.
Llevar la cuenta de ese material guardado, conocer su estado de conservación y su valía, no sólo económica sino también artística es complicado. Tanto que según el último informe del Tribunal de Cuentas más de 800 obras se encuentran en paradero desconocido en el Museo Nacional del Prado.
800 obras que podrían tener un valor económico incalculable, pero que además tienen un valor artístico tan importante como para formar parte del catálogo del Museo del Prado. Dónde se encuentran esas obras es un misterio. Parece que muchas fueron destruidas durante conflictos bélicos o incendios, que desaparecieron pero que no hay constancia de ello.
Desde la imaginación piensa uno en un detective de Museo que busca las obras inventariadas y no encontradas, que se encuentran tal vez prestadas, tal vez en manos de desconocidos, tal vez robadas y expuestas en casas particulares.
Un detective de Museo que tendría un trabajo apasionante, un trabajo de archivo y de campo que todos quisiéramos hacer.
De hecho muchos de los museos grandes lo son tanto y tienen tanta antigüedad y tantas obras, que la mayor parte de su colección está guardada y archivada en sótanos, o en otras zonas del museo dedicadas a eso.
Muchas obras se encuentran así, archivadas y guardadas, sin que el espectador pueda contemplarlas y sin que haya forma de acceder a ellas por parte del público y de los investigadores.
Llevar la cuenta de ese material guardado, conocer su estado de conservación y su valía, no sólo económica sino también artística es complicado. Tanto que según el último informe del Tribunal de Cuentas más de 800 obras se encuentran en paradero desconocido en el Museo Nacional del Prado.
800 obras que podrían tener un valor económico incalculable, pero que además tienen un valor artístico tan importante como para formar parte del catálogo del Museo del Prado. Dónde se encuentran esas obras es un misterio. Parece que muchas fueron destruidas durante conflictos bélicos o incendios, que desaparecieron pero que no hay constancia de ello.
Desde la imaginación piensa uno en un detective de Museo que busca las obras inventariadas y no encontradas, que se encuentran tal vez prestadas, tal vez en manos de desconocidos, tal vez robadas y expuestas en casas particulares.
Un detective de Museo que tendría un trabajo apasionante, un trabajo de archivo y de campo que todos quisiéramos hacer.
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