Tras una disquisición filosófica magnífica, que le valió el premio al que optaba, Schonpeahuer incluye en su Sobre la libertad de la voluntad un gran comentario sobre las fuentes que conoce sobre el tema.
En las tres partes anteriores había explicado con detalles por qué el hombre carece de libertad, por qué el libre albedrío es una mera ilusión y cómo el hombre está condicionado, o lo que es lo mismo, su voluntad carece de libertad.
Es en ese cuarto capítulo donde Schonpeahuer habla de las fuentes de las que se ha valido para llegar a sus conclusiones, de cómo otros han argumentado lo mismo que él antes, dando así asiento a sus propias teorías.
Schonpeahuer maneja fuentes muy variadas y diversas: Aristóteles, San Agustín, Hume, Kant, Scheling y varios más a los que cita y de los que argumenta que bien están con su opinión o en contra de la misma, dando también razones cuando esto sucede así.
Lo fundamental de este hecho es cómo Schonpeahuer, uno de los grandes filósofos de sus siglo, conoce la filosofía anterior, la coetánea, cómo maneja fuentes en diversos idiomas y cómo consigue saber y conocer toda la filosofía que se ha hecho sobre el tema de la libertad de la voluntad.
En estos momentos, con los planes de estudio tan limitados, con la poca o nula presencia de la filosofía en los mismos, con la poca importancia que a la filosofía se da en la vida actual, donde todo es economía, rendimiento y técnica utilitaria, esto sería muy difíficil por no decir imposible.
La filosofía va perdiendo la batalla de la actualidad, quedándose relegada a unos cuantos manuales, unos pocos libros clásicos que se conocen y citan aunque muchas veces no se lean. Pérdida su importancia, los filósofos son ahora desconocidos, escondidos y empobrecidos (económica y socialmente) en trabajos sin importancia.
La filosofía va perdiendo y la vida que conocemos, a la que cada vez conocemos más científicamente, de una forma casi anatómica, acabará siendo en realidad una gran desconocida.
En las tres partes anteriores había explicado con detalles por qué el hombre carece de libertad, por qué el libre albedrío es una mera ilusión y cómo el hombre está condicionado, o lo que es lo mismo, su voluntad carece de libertad.
Es en ese cuarto capítulo donde Schonpeahuer habla de las fuentes de las que se ha valido para llegar a sus conclusiones, de cómo otros han argumentado lo mismo que él antes, dando así asiento a sus propias teorías.
Schonpeahuer maneja fuentes muy variadas y diversas: Aristóteles, San Agustín, Hume, Kant, Scheling y varios más a los que cita y de los que argumenta que bien están con su opinión o en contra de la misma, dando también razones cuando esto sucede así.
Lo fundamental de este hecho es cómo Schonpeahuer, uno de los grandes filósofos de sus siglo, conoce la filosofía anterior, la coetánea, cómo maneja fuentes en diversos idiomas y cómo consigue saber y conocer toda la filosofía que se ha hecho sobre el tema de la libertad de la voluntad.
En estos momentos, con los planes de estudio tan limitados, con la poca o nula presencia de la filosofía en los mismos, con la poca importancia que a la filosofía se da en la vida actual, donde todo es economía, rendimiento y técnica utilitaria, esto sería muy difíficil por no decir imposible.
La filosofía va perdiendo la batalla de la actualidad, quedándose relegada a unos cuantos manuales, unos pocos libros clásicos que se conocen y citan aunque muchas veces no se lean. Pérdida su importancia, los filósofos son ahora desconocidos, escondidos y empobrecidos (económica y socialmente) en trabajos sin importancia.
La filosofía va perdiendo y la vida que conocemos, a la que cada vez conocemos más científicamente, de una forma casi anatómica, acabará siendo en realidad una gran desconocida.
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