Hablábamos ayer de Schonpeahuer y de su capacidad no sólo para razonar y exponer sus razonamientos sino también y sobre todo para conocer, interpretar y saber tomar elementos de la filosofía anterior. Schonpeahuer era un filósofo que conocía su materia. Y conociéndola podía crear una obra propia, original y necesaria.
Cuando, hoy en día, leemos muchos libros, escuchamos poemas en recitales, leemos los trabajos en blogs, revistas, fanzines, o incluso en twitter, vemos como hay un gran desconocimiento de casi todo lo anterior.
Utilizar fuentes, conocer cómo han escrito los anteriores, ver quién puede servir como maestro (no para copiarlo, sino para que sirva de ejemplo o inspiración) es cada vez más raro en escritores.
Enamorarse de un autor y repetir su estilo y sus preocupaciones, convirtiéndose así el nuevo autor en un mero copista de lo dicho por el primero, es lo más que suele darse. Eso nos está proporcionando cientos de Bukowskis o Baudelaires.
Pero aprender el oficio de escritor, saber cómo se desarrolla una novela, qué hay que hacer aparte de rellenar páginas con palabras sin más orden ni concierto, es más difícil. Excepto en maravillosas excepciones, requiere un aprendizaje, conocer lo anterior, manejar la literatura, saber cuáles son las técnicas, las palabras, los requerimientos básicos de toda escritura.
Falta de lectura, incluso en los escritores, que después se quejan o se preguntan por qué su propia obra no es leída. Si ellos mismos lo hacen poco, mal o repetitivo. Falta de oficio, en un oficio que requiere de mucho para poder practicarlo.
Cuando, hoy en día, leemos muchos libros, escuchamos poemas en recitales, leemos los trabajos en blogs, revistas, fanzines, o incluso en twitter, vemos como hay un gran desconocimiento de casi todo lo anterior.
Utilizar fuentes, conocer cómo han escrito los anteriores, ver quién puede servir como maestro (no para copiarlo, sino para que sirva de ejemplo o inspiración) es cada vez más raro en escritores.
Enamorarse de un autor y repetir su estilo y sus preocupaciones, convirtiéndose así el nuevo autor en un mero copista de lo dicho por el primero, es lo más que suele darse. Eso nos está proporcionando cientos de Bukowskis o Baudelaires.
Pero aprender el oficio de escritor, saber cómo se desarrolla una novela, qué hay que hacer aparte de rellenar páginas con palabras sin más orden ni concierto, es más difícil. Excepto en maravillosas excepciones, requiere un aprendizaje, conocer lo anterior, manejar la literatura, saber cuáles son las técnicas, las palabras, los requerimientos básicos de toda escritura.
Falta de lectura, incluso en los escritores, que después se quejan o se preguntan por qué su propia obra no es leída. Si ellos mismos lo hacen poco, mal o repetitivo. Falta de oficio, en un oficio que requiere de mucho para poder practicarlo.
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