Llevamos una semana repleta de tristeza
y quejas. La Ocupa ha sido despedida de su trabajo. Yo digo que es
normal, porque hace casi dos meses que no va. Bastante paciencia ha
tenido ya su jefe con ella, porque yo a los tres días la hubiera
largado. La cuestión es que la muy tonta está triste.
Además mi vecina la adivina también.
Resulta que su recepcionista se ha ido a trabajar con psicólogo
porque piensa que ella es una mentirosa y tima a la gente y que por
menos de nada cualquier día acaban en la cárcel o algo peor. Me
gusta que a esa mujer la cárcel no le parezca lo peor. Aunque me
pregunto que qué será lo peor para ella.
Las dos se juntan en casa y lloriquean
como dos alérgicos en primavera. Que si que voy a hacer ahora. Que
si no me lo merezco. Que si con lo joven que era. Que si no somos
nadie. Que si qué cabrones los del gobierno. Que si al final va a
ganar Pepe Gran Hermano. Yo no entiendo bien lo que dicen, pero me
molesta tanta queja.
Así que me he propuesto animarlas.
Primero toqué alegres canciones tirolesas que siempre animan. Pero
nada. Luego conté un montón de chistes y chascarrillos sobre las
vecinas. Pero nada. Como último recurso les enseñé mi cuerpo
desnudo. Esto ha hecho que se rían más mujeres que una función de
Juanito Navarro. Y esta vez no defraudó. Soy un hacha.
¿Esperabais una foto mía?
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