Me lloran los ojos. Yo nunca lloro pero
mis ojos sí. Lloran la primavera. Lloran el polen de las flores que
tanto te gustan. El sol brilla y luce y los pájaros no lloran esta
primavera que me hace llorar. Vivir encerrado es otra cosa. Todo te
protege de todo. Te protege de la gente que está fuera. Te protege
de ti mismo hablando, tocando, viendo a otra gente. Te protege del
aire y del sol y de estas lágrimas estúpidas que te hacen reír.
Tus ojos azules brillan menos que las
amapolas. Tu piel está ya menos blanca. Las paredes de la habitación
eran muy blancas. No había nada azul. Nada. Mis ojos no podían
llorar. No había diferencia entre otoño y primavera. No había esa
risa que oigo ahora.
Me lloran los ojos bajo el sol
ardiente. La ciudad reluce. Más aún dentro de mí. Entre paredes
blancas no pasaba nada. Respiraba. Latía. Ahora, fuera, tus ojos
azules y tu piel blanca no consiguen que mis ojos dejen de llorar.
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