Para Miguel es lógico no contar su
vida. Él la vive. Y sabe cómo es. Y sabe que no tiene interés. Que
contarla no es interesante. Además sabe que eso le hará vulnerable.
Que si Sonia o Elena se enteran de su vida tendrán argumentos en su
contra. Sabrán qué ha sido. Sabrán que es.
Por eso lo lógico es ocultar su vida
anterior. No contarla. Hacer como si no hubiera nunca existido.
Miguel no cuenta nada. Y Sonia tiene curiosidad. Una lógica
curiosidad. Es lógico que quiera saber qué ha hecho, qué ha sido
Miguel. Así sabrá qué puede ser. Así podrá sentir que le conoce
y que es parte de él. Podrá sentir que ha formado parte de su vida,
aunque sea como una espectadora posterior.
Pero no consigue que nunca cuente nada.
No le hace preguntas directas. Pero ella cuenta su vida. Sus amantes.
Los besos que le dieron. Las anécdotas. Miguel a veces hace algún
chiste sobre cosas que le sucedieron. Pero no se pueden extraer
datos. No se puede encontrar a Miguel detrás de eso. Es como si
fuera una persona nueva. Una persona sin bagaje. Una persona que se
hubiera reseteado.
A Miguel le parece lógico ocultar su
pasado porque no está orgulloso de él. Por eso lo oculta. Le da
vergüenza contarle a Sonia sus historias de amor. Le resulta
sórdido. Pecaminoso. Estúpido. Por eso se calla. O por eso, cuando
se ve muy obligado. Miente.
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