Elena piensa que no tiene pasado. Que
toda su vida ha sido todo el tiempo igual. Y que por eso no hay
pasado, porque ese pasado sigue siendo, ese tiempo es el mismo tiempo
que era. Los cambios han sido mínimos. Simplemente el instituto, la
universidad, por la oficina.
Sale de casa a la misma hora. Camina
por la misma calle, aunque gira en una calle antes. Pese a ello, pasa
por el mismo quiosco de prensa, por el mismo puesto de venta de
cupones, por la misma panadería. Llega a la oficina a la hora
aproximada a la que llegaba a la universidad, al instituto.
Cuando sale, compra el pan y vuelve a
casa. La comida la espera en el plato. Su habitación es distinta.
Pero la cambió hace poco. Tiró un montón de peluches y de regalos.
Ese es el único cambio de Elena. Dejó de ver a Marcos. Dejó a
Marcos. Y tiró todo aquello que había compartido con él. También
la cama.
Por las noches, Elena se ducha después
de llegar del gimnasio. En el mismo sitio de una mesa nueva pero
colocada en el mismo lugar, cena cosas que son parecidas a las que
cenaba antes. Su padre ya no está. Pero su madre sigue ahí.
Elena no tiene pasado. Todo sucede
ahora. Ni siquiera Marcos es destacable. Elena siente que todo está
todavía por pasar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario