La primavera no termina de llegar. He
estado pensando que la primavera sin ti es un invierno. La
resurrección y el amor han llegado de la mano. Los campos no
florecen, pero están al borde hacerlo, deseosos de hacerlo. Las
nubes cubren el cielo. Nada parece fijo en este tiempo, todo se
evapora.
La primavera no termina de llegar y yo
llego hasta tu puerta todas las tardes. Sólo algunas llamo. El resto
imagino que lo hago. Otras doy una vuelta más antes de hacerlo. Me
gusta esperar. Me gusta la emoción. El corazón que late fuerte en
el momento en que alargo la mano hasta tu timbre.
No sé bien qué decirte. Muchas veces
no te miro para no tropezarme con tu belleza. Miro tus manos. Miro
tus ojos azules. Tus gafas. Me fijo en tus pechos. Miro a tus
piernas. Tu ropa. Cualquier cosa menos tu cara. A veces no me queda
más remedio que hacerlo. Y después tengo que decir: “estás muy
guapa hoy”.
La primavera no termina de llegar y tú
estás muy hermosa. Tus ojos azules brillan. Me estremezco cuando te
siento cerca. Te hago reír. Me quedo callando esperando volver a
casa. En casa estaré tranquilo. Estaré solo. No existirá el
peligro de mirarte. El agradecido don de mirarte.
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