La mentira está en todas partes y por
muchos motivos. Se miente para cubrirse, para protegerse, pero
también para conseguir beneficios: que te amen, que se acuesten
contigo, conseguir dinero, poder, ….
La mentira está al cabo de la calle, a
todas horas, en todos los ámbitos. El marido a la mujer. Y la mujer
al marido. Los políticos. Los entrenadores de fútbol. Los
periodistas. La mentira mantiene al mundo cohesionado, porque muchas
verdades se saben y se callan para no tener que asumir un cambio.
Nada gusta menos que un cambio. Todo debe parecer que cambia. Pero
debe seguir igual.
Y están estas mentiras. Las
institucionales. Las que se repiten mucho y se convierten en una
verdad. Y proporcionan beneficios a las empresas. (Alguien, viendo la
crisis diría viva la mentira porque genera empleo). Pero son falsas.
El chocolate no hace crecer. Los yogures no renuevan tu flora
intestinal. Y más. El coche no te hace más atractivo. La crema no
te hace más bella. La publicidad está llena de mentiras. Pero para
mentir hacen falta dos: uno que mienta y otro que se lo crea.
Nosotros nos lo hemos creído durante
mucho tiempo. Y podríamos seguir así. Pensando en que este
chocolate tan rico es sano. Pero han venido a desengañarnos. Tal vez
no deberían. Ya llevamos muchos desengaños. Que nos dejen vivir en
la mentira. O que todo el mundo empiece a decir toda la verdad. Y que
no pare.
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