Teniendo en cuenta todo lo que está
pasando, los recortes, la supresión de derechos y libertades, la
dudosa gestión del patrimonio público, resulta sorprendente no que
la gente siga manifestando su apoyo al partido que gobierna, sino que
no se haya decidido a no contestar a la pregunta que el aguerrido
encuestador tuvo que hacerles.
Es una pregunta que mueve a la
carcajada o a la agresividad. La gente reniega de su equipo de
fútbol, de su mujer, del ayuntamiento, de su jefe, de su profesor,
pero parece que no reniega de su partido político. Suena falso.
Pero hay algo en la gente que es aún
más sorprendente, su capacidad para volverse conservadora, para
quedarse con lo que tiene y defenderlo por poco o mísero que sea. Ya
pasó en Andalucía, cuando el gobierno tan cuestionado prevaleció
por una opción nueva más prometedora, allí, los votantes cedieron
al impulso de no perder lo que tenían, de no variar sus status.
O lo que es lo mismo, Los Simpsons
siempre tienen razón: que todo parezca cambiar para que nada cambie.
No hay comentarios:
Publicar un comentario