Hace unas semanas dábamos un viaje por
la Rusia literaria, pero era una Rusia vista desde fuera, por los
ojos de europeos que miraban hacia el gigante que pertenece a la
historia de Europa, pero que parece ajena a ella en tantas y tantas
cosas. Ahora emprenderemos un viaje a Rusia vista por los ojos de los
propios rusos.
En Doctor Zhivago Boris
Pasternak hace un viaje por la Rusia de principios del siglo XX. Es
más un viaje histórico que un viaje geográfico, aunque visita los
campos de batalla de la Primera Guerra Mundial, así como las
principales plazas de la Revolución Rusa de 1917 y su consiguiente
Guerra Civil. La Rusia que nacía y moría es la que describe
Pasternak. Este trabajo, así como su labor como poeta le valió el
Premio Nobel, pero por presiones políticas de la dictadura comunista
hubo de renunciar al premio. Durante muchos años Pasternak vivió en
un incomprensible exilio interior.
Anna Karenina o Guerra y Paz
son las monumentales obras de León Tolstoi. Novelista realista,
citado como uno de los grandes de la novela del gran siglo de la
novela, el XIX. El realismo de la época, los tópicos y las luchas
populares para surgir como fuerza importante en la sociedad son
narradas y espoleadas por Tolstoi. Sus paisajes son sobre todo los
urbanos de Moscú y San Petersburgo, capitales de la Rusia de la
época, aunque en Los Cosacos, su obra se traslada a las estepas del
Caúcaso para mostrar el estilo de vida de este pueblo.
A la par de Tolstoi está Dostoievsky.
Gran narrador de la locura, Dostoievsky cuenta siempre con espacios
opresores y con la excepcional forma de vivir de los rusos. Sus
espacios son urbanos, espacios corrompidos por la continua presencia
de seres humanos, espacios donde lo único que puede aflorar es la
maldad y el crimen. En contraste el campo se presenta como un lugar
donde el hombre puede reencontrarse, como le pasa al protagonista de
Crimen y Castigo, que se reencuentra con Dios y la naturaleza
para volver a ser un humano. Esferas opresivas donde los hombres
ejercen de dictadores sobre los hombres, donde el frío y la sordidez
lo pueden todo, donde las calles, los puentes, los ríos y los
parques son enemigos del hombre, posibles muertes, donde salir del
mundo superpoblado y maligno que le asfixia. Lo ruso que va con los
rusos, hasta en Mónaco, espacio de El jugador. Una
excepcional visión del ser humano oprimido por sí mismo (con El
Doble como ejemplo máximo), por su propio ser que le lleva a la
locura. Y un paseo por las calles y plazas de San Petersburgo, por
sus ríos y sus calles nevadas. Un viaje al interior de Rusia desde
la misma conciencia de Rusia.
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