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jueves, noviembre 07, 2013

DEL MUDO AL SONORO

En el nacimiento del cine como espectáculo compartiendo carteleras con el teatro de toda clase, los autores se mostraron partidarios del nuevo medio. Era distinto al teatro, pues no contenía palabras y mostraba sólo escenas que iban acompañadas de música. Escribir para el cine era distinto, porque el cine y el teatro eran cosas distintas.

Pero con el avance de la técnica el cine cobró sonido y con el sonido palabra. Y una gran polémica se levantó en torno a la confrontación entre el cine y el teatro. Algunos llegaron a sugerir la idea de prohibir el cine hablado. Eso mataría al teatro, al musical, a la ópera, acabaría con las artes escénicas.

Ese momento del cambio entre un momento y otro, entre el cine mudo y el sonoro fue una época de crisis. Muchos actores tuvieron de cine perdieron su trabajo al no poder adaptarse al sonoro, o al no poder defender su actuación con su voz. En The artist o en Cantando bajo la lluvia se puede comprobar cómo fue ese momento.

Con la llegada del sonido al cine, todo cambió. La forma de contar y de representar fue modificada profundamente. Era como escribir teatro, pero con la posibilidad de incluir elementos que en una función en directo era imposible mostrar. El teatro tenía viveza, pero el cine ganaba en espectacularidad.

Casi todos los grande del cine mudo fueron quedando en el olvido. Valentino ya había muerto (y él fue la gran estrella del cine mudo y probablemente también la más rutilante de toda la historia del cine). Los cómicos cayeron en el olvido gracias a la palabra. Era un nuevo concepto de humor. Los que ganaban eran los Marx, con toda su palabrería y además con su propio hombre mudo. Buster Keaton, Harold Lloyd, Fatty Arbuckle serían olvidados.

Chaplin se adaptó, más o menos, construyendo de una manera casi mixta sus películas. El Gran Dictador es a la vez un canto al pasado cine mudo y una bienvenida estruendosa al futuro del cine con sonido.

La convivencia desde entonces no ha sido fácil, y supuso un cambio en las tornas, el teatro se convirtió en el hermano pequeño del cine e incluso en el de la televisión. Más prestigioso, sí, pero con menos fama, menos éxito y mucho menos dinero.



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