En el nacimiento del cine como
espectáculo compartiendo carteleras con el teatro de toda clase, los
autores se mostraron partidarios del nuevo medio. Era distinto al
teatro, pues no contenía palabras y mostraba sólo escenas que iban
acompañadas de música. Escribir para el cine era distinto, porque
el cine y el teatro eran cosas distintas.
Pero con el avance de la técnica el
cine cobró sonido y con el sonido palabra. Y una gran polémica se
levantó en torno a la confrontación entre el cine y el teatro.
Algunos llegaron a sugerir la idea de prohibir el cine hablado. Eso
mataría al teatro, al musical, a la ópera, acabaría con las artes
escénicas.
Ese momento del cambio entre un momento
y otro, entre el cine mudo y el sonoro fue una época de crisis.
Muchos actores tuvieron de cine perdieron su trabajo al no poder
adaptarse al sonoro, o al no poder defender su actuación con su voz.
En The artist o en Cantando bajo la lluvia se puede
comprobar cómo fue ese momento.
Con la llegada del sonido al cine, todo
cambió. La forma de contar y de representar fue modificada
profundamente. Era como escribir teatro, pero con la posibilidad de
incluir elementos que en una función en directo era imposible
mostrar. El teatro tenía viveza, pero el cine ganaba en
espectacularidad.
Casi todos los grande del cine mudo
fueron quedando en el olvido. Valentino ya había muerto (y él fue
la gran estrella del cine mudo y probablemente también la más
rutilante de toda la historia del cine). Los cómicos cayeron en el
olvido gracias a la palabra. Era un nuevo concepto de humor. Los que
ganaban eran los Marx, con toda su palabrería y además con su
propio hombre mudo. Buster Keaton, Harold Lloyd, Fatty Arbuckle
serían olvidados.
Chaplin se adaptó, más o menos,
construyendo de una manera casi mixta sus películas. El Gran
Dictador es a la vez un canto al pasado cine mudo y una
bienvenida estruendosa al futuro del cine con sonido.
La convivencia desde entonces no ha
sido fácil, y supuso un cambio en las tornas, el teatro se convirtió
en el hermano pequeño del cine e incluso en el de la televisión.
Más prestigioso, sí, pero con menos fama, menos éxito y mucho
menos dinero.
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