Antes de Buster Keaton, el gran ídolo
del cine mudo cómico americano era Fatty Arbuckle. De hecho Keaton
debutó en el cine en las películas de Fatty, famosas en todas
partes gracias al personaje que había creado Roscoe Arbuckle.
En una época en la que caracterizar
personajes era fundamental, el de Fatty era arquetípico. Basado en
los fanfarrones de toda la vida, que se observan incluso en el teatro
de Plauto, el personaje de Fatty es del chulito que siempre acaba por
salir trasquilado.
Sin embargo, ese gordito y prepotente
supo hacerse querido por el público porque siempre se enfrentaba a
enemigos peores y más indignos que él, más autoritarios ante los
que Fatty sólo quería tener un poco de libertad. Podemos incluso
ver algo de Fatty en Homer Simpson.
Su popularidad se basaba en que sus
películas estaban llenas de gags y de acción. La comedia era para
él un género con mucha vivacidad, mucha rapidez: persecuciones,
caídas, golpes, saltos. Pese a su tamaño y su corpulencia, era un
hombre extremadamente ágil.
Pero en lo más alto de su fama se
produjo un incidente que acabó con su estrella. Tras una fiesta con
sórdidas historias una de las chicas que Arbuckle había llevado a
la habitación de su hotel falleció. Se relacionó a Fatty con el
crimen acusándole incluso de haber violado con una botella a la
chica. A pesar de ser absuelto, su fama decayó y se vio condenado
por el público y las productoras. Nadie quería trabajar con él.
Tuvo que resguardarse en la dirección
con un pseudónimo y pese al apoyo de Buster Keaton, quien siempre se
mantuvo al lado de su amigo Roscoe, el alcoholismo y el ultraje
acabaron con su vida cuando sólo contaba con 46 años. Keaton
declaró que a Arbuckle le habían roto el corazón.
Para los demás aún quedan sus
películas y sus cortos, en los que demuestra una audacia y una
sensación del ritmo difícil de igualar en estos días. Sus
intervenciones con Keaton o con Chaplin han sido reeditadas en dvd
para que podamos disfrutar de la gran estrella caída de Hollywood.
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