La relación entre dos personas que se aman puede ser muy
extraña. Durante siglos, las normas sociales marcaban la forma de actuar en
cada caso, y decían que no era moral, ni bueno ni casi legal acercarse a la
persona amada, mantener con ella un contacto personal diario. No digamos un
contacto físico.
Por eso, ante la falta de otros medios de comunicación, el
principal lazo de unión entre dos amantes eran las cartas. La relación epistoral
de amantes del siglo XIX y principios del XX llenaría bibliotecas enteras. Leerlas
da idea de cómo sería la relación entre dos personas que se aman y que tienen
que atender a la vez a sus deseos y a sus deberes morales.
Muchos de esos espistolarios amorosos han sido publicados. Si
pertenecían a personajes públicos o relacionados con la cultura o la
literatura, que han guardado las cartas, estas acaban siempre en las prensas,
en los libros, al alcance de todos.
La relación epistoral de Franz Kafka y su novia durante años
ha sido publicada recientemente. Contiene más de 500 cartas llenas de
reflexiones personales, de crítica a su trabajo y su persona, de crónica social
y sobre todo de palabras de amor.
El de Kafka y Felice fue un amor turbulento. Prometidos durante
años, rompieron ese compromiso en una ocasión y volvieron a renovarlo, aunque
nunca llegaron a casarse. La vida de Kafka, plagada de temores y miedos, de
enfermedad y de hipocondría, se ve reflejada en ese amor tortuoso, con
arranques de violenta pasión y de indiferencia y ruptura.
Para Kafka, Felice era su salvación, la eliminación de su
soledad, la identificación, al fin, con otro ser en este mundo. Pero poco a
poco esa relación que siempre estuvo en la distancia, que nunca tuvo la
cercanía, ni la posibilidad de saberse y conocerse, de vivirse íntimamente, fue
terminándose, fue consumiéndose y debilitándose a la par que el propio escritor
contraía su fatal enfermedad y quedaba más débil e incapaz.
Finalmente, esas cartas ahora reeditadas, nos muestran la
vida personal y diaria de Kafka. Su forma de amar. Su vida diaria. Su personalidad
con sus rasgos más acusados. Ahora, como curiosos vecinos, podemos asomarnos a
esa vida, a ese amor y comprobar como escribía su amor uno de los grandes
escritores del siglo XX.
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