A medio camino entre el realismo y el
lirismo, la obra de Alejandro Casona, pasa de ser moderna y rompedora
en los inicios de los años 30 a desaparecer tras su marcha al exilio.
Pese a sus reediciones y al triunfo indudable de su primera trilogía,
es ahora un autor desconocido, sin representaciones teatrales, fuera
de los carteles de las compañías y olvidado por el público.
En el principio de los años 30 Casona
estrena y publica sus tres primeras obras en forma de trilogía: La
sirena varada, Los árboles mueren de pie y Prohibido
suicidarse en primavera. En un entorno fantástico de lirismo
enfrentado con la realidad, el autor saca lo mejor de las tendencias
del momento: humor, vanguardia, absurdo y todo ello mezclado con
melancolía y realismo.
Ello le da mucha fama y algunos premios
y pasan a ser estas tres obras las principales de su producción
junto con La Dama del Alba, historia que mezcla las
tradiciones de duendes y fantasmas con historias de desamor y huida.
Esa mezcla de lo real y lo maravilloso, introduciendo en un contexto
realista elementos mágicos, sobrenaturales y sorprendentes será
siempre lo más destacado de su producción.
Convencido republicano, hijo de
maestros, se encarga de las Misiones Pedagógicas que trataban de
llevar la educación y la cultura por los pueblos de España. Pero al
estallar la Guerra Civil marcha al exilio mexicano donde continuará
el resto de su producción. Como la de muchos otros, esta producción
cae en la repetición de lo ya hecho, en la nostalgia de lo perdido y
en ciertos tópicos. Pese a que muchas de sus obras pueden
encontrarse en la editorial Edaf, pocas han sido estrenadas en
España, y muchas menos han visto las tablas en muchos años.
En 1964 decide volver a España y llega
a estrenar una reelaboración de la vida de Quevedo, El caballero
de las espuelas de oro. A la representación acude Carmen Polo,
lo que supone la reconciliación de Casona con el régimen español.
Poco tiempo después muere tras un problema cardíaco.
El recuerdo de su obra queda
empequeñecido por las muchas críticas que le supone su vuelta.
Además su teatro se queda estancado por lo repetido de la fórmula y
por el gusto que el realismo toma a partir del momento con la obra
social de algunos dramaturgos españoles como Alfonso Sastre o Buero
Vallejo.
Casona queda como un elemento propio
del final de las vanguardias, con un teatro accesible para todos pese
a sus elementos líricos y fantásticos, pero cuyo tono evadido y
poco realista le hace perder la carrera de la historia de la
literatura. Pese a ello, muchas de sus obras merecen no solamente una
relectura, sino sobre todo una vuelta a las tablas para las que
fueron pensadas.
2 comentarios:
Comparto enteramente tu visión de la obra de Casona. Creo que merece la pena volver a leerla y a representarla. Su tendencia a la evasión es un rasgo de estilo que no sé por qué se tiene que interpretar como algo negativo. Este año, por no leer lo de siempre, les propuse a mis alumnos de Bachillerato la lectura de "Prohibido suicidarse en primavera" y les gustó más de lo que esperaba. La entendieron muy bien y sintonizaron perfectamente con su sentido del humor.
La evasión siempre ha sido vista como una falta y no como una postura vital. Además a Casona le lastró mucho su vuelta a España y sus contactos con el régimen. Muchos le ajustaron las cuentas después.
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