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sábado, septiembre 14, 2013

MIGUEL MIHURA. MÁS ALLÁ DE TRES SOMBREROS DE COPA

Mientras todos sus compañeros de generación y sus amigos trabajaban en Hollywood, Miguel Mihura se quedaba en la cama. Tenía un tumor en una pierna que le dejó para siempre un cojera triste. Era 1932 y sus amigos cumplían el sueño que él había tenido siempre. En los meses que permaneció en la cama escribió Tres sombreros de copa.

Pasaron veinte años y muchas cosas antes de que Mihura estrenara la obra. Pasó por el cine, escribiendo los guiones de las películas de su hermano Jerónimo. Pasó por las revistas de humor refundando la Ametralladora y fundando La Codorniz. Pasó por muchos períodos de vacaciones. Pasó por el teatro, estrenando otras obras.

Y por fin, un grupo universitario se atrevió a poner en las tablas Tres sombreros de Copa. Nadie había querido porque la consideraban un potencial fracaso, una fuente de pataleos y de escándalo seguro en el teatro. Pero no fue así. Fue un pequeño éxito. Y sobre todo fue un gran éxito de crítica, que se quedó prendada en un simbolismo y una vanguardia que el propio Mihura no terminaba de entender.

La obra no es ni mucho menos la más representada de Mihura. Su teatro, escrito a partir de la segunda mitad de los cuarenta, cuando ya ha abandonado la Codorniz, es mucho más suave. Contiene elementos absurdos, tiernos y de cierta modernidad. Pero es un teatro que está escrito y pensado para las gentes que llenaban los teatros en la época, desde la alta aristocracia a la pequeña burguesía.

Maribel y la extraña familia, Melocotón en Almíbar, Ninnette y un señor de Murcia o Mi adorado Juan son obras que tuvieron éxitos fulgurantes. Permanecieron en escena durante meses. Sus protagonistas alcanzaron la fama. Y Mihura llenó sus bolsillos. Pero no pretendía hacer un teatro rompedor ni vanguardista. Sólo un teatro cómico que se adaptara a sus ideas estéticas: humor absurdo, situaciones inverosímiles (un señor viaja a París y se pasa todo el tiempo que dura su viaje dentro de un piso), personajes que se salen de la norma social y fascinación por la libertad individual sobre la sociedad.

Ese es el teatro de Mihura. El que se repone continuamente. El que vuelve a las carteleras cada poco tiempo. El que triunfó y triunfa y triunfará, porque contiene un humor universal y humano. Tres sombreros de copa, siempre fue para él una rareza. Y sigue siéndolo.



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