En el teatro de principios del siglo XX
había grandes figuras, Jacinto Benavente, los hermanos Álvarez
Quintero, Echegaray, Muñoz Seca y uno que triunfó en los escenarios
madrileños durante muchos años, Carlos Arniches.
Arniches, alicantino de nacimiento,
inventó el madrileñismo. Ese deje chulesco en el habla no existía
en la gente de Madrid, pero él lo aplicó a su teatro. El acento
definía mucho las obras de teatro. Las de los Álvarez Quintero
tenían acento andaluz. Y los espectadores querían oír ese acento.
Las de Muñoz Seca ridiculizaban los acentos: el catalán, los
navarros y los vascos, los de pueblo. Arniches se inventa el
madrileño. Y con él la esencia del madrileñismo. El casticismo es
una invención del teatro de Arniches.
Sus obras eran muy populares y
mostraban en escena a las clases populares de Madrid. Para ellas creó
una tipología que no existía. Es el Madrid de los chulapos y las
chulapas, del schotis, de la chulería, del acento arrastrado. Todo
eso se hizo popular en las obras y fue imitado por el pueblo, en un
nuevo ejemplo de la vida imitando al arte.
Los sainetes de Arniches, herederos de
los de Ramón de la Cruz del siglo XVIII, muestran en obras breves
situaciones cómicas en un entorno popular. Ese mismo entorno se
utiliza en muchas de sus comedias más largas: El santo de la
Isidra, Que viene mi marido o La veganza de la Petra.
El lenguaje y la exageración de las costumbres es lo fundamental en
el humor de Arniches.
Pero
su gran invención, pese a todo, son sus tragedias grotescas,
comedias donde hay un punto de brutalidad, de dolor combinado con
otro de ternura. El ejemplo fundamental de este teatro de Arniches
son La señorita de Trevélez y
Es mi hombre. En estas obras se
parte de una circunstancia cómica para crear al final una situación
de tragedia humana, dolorosa y tierna. Esa mezcla de humor y de
dolor, de reconvención a la realidad que se está viviendo en la
España de la época, es el gran acierto teatral de Arniches.
Burlándose
de la España cruel y machista, de la España macabra de la broma
dura y pesada, de la España cruenta con las mujeres, Arniches crea
obras que representan a esa España y la tragedia que genera. Con su
gran capacidad para encontrar el humor lingüístico y las
situaciones cómicas, Arniches sabe representar esas tragedias
cotidianas que se suceden en la realidad y mostrar la realidad,
mezclada con humor.
Su
teatro triunfa en la época y puede encontrarse todavía en las
carteleras. Es un clásico de la cartelera madrileña que vuelve cada
poco para mostrarnos que su teatro es mucho más que un acento cómico
y unos personajes exagerados.
2 comentarios:
Descubrí a Arniches estudiando en la universidad y me sorprendió gratamente. Por lo que había leído de él esperaba que fuera más ramplón y simple. Recuerdo con agrado sus obras largas, que me parecieron muy ingeniosas en su casticismo inventado. Me apetecería volver a visitarlas.
Mihura siempre hablaba de Arniches como un gran maestro, del que había aprendido mucho. Sabía mucho de teatro y se nota en todas sus obras. Y encima sabía hacerlas divertidas.
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