La idea de un hombre asesinado que
vuelve para vengarse es antigua. Hamlet tiene un argumento
similar. La venganza es una fuerza narrativa y vital que ha inspirado
a muchos escritores y a muchos vengadores. Para vengarse vuelve de la
muerte el protagonista de El Cuervo, un comic de finales de los
80.
Reeditado en una edición integral no
hace demasiado (podéis encontrarlo por un buen precio en las
librerías y por supuesto en Generación X de la calle
Puebla), el cómic, en blanco y negro, con una oscuridad en su
narración y en su estética, refleja una ciudad dominada por la
maldad y el dolor, el mismo que hace despertar de la muerte al
protagonista.
A mediados de los 90 se rodaba una
adaptación del cómic. Una película dominada por la oscuridad
también. Una película negra como la venganza. Y una película con
una historia también negra. Su protagonista, Brandon Lee, moría
durante su rodaje, de la misma manera que su padre, Bruce Lee, moría
también en el rodaje de una película.
A pesar de ello la película se terminó
y se estrenó. Su estética gótica, dolorosa, conectaba con un gran
número de público, sobre todo adolescente, que como el protagonista
de la película vestían de negro y palidecían su cara. El dolor, la
frustración, el nihilismo, todos esos sentimientos negativos, además
de la futilidad y la muerte, dominan la estética de la película. Se
convirtió en un pequeño éxito que dio lugar a varias secuelas e
incluso a una serie de televisión.
Ahora, siguiendo la moda que
comentábamos ayer, se trabaja en una nueva versión de la película.
Una vez más los 90 van a ser resucitados por el cine. La película
original tal vez haya quedado un tanto desfasada en este mundo de
tecnologías que avanzan, pero sería bueno que los productores
fueran capaces de encontrar nuevas historias, nuevos guiones con
interés y no repetir los éxitos antiguos, llamando a la memoria de
los que vieron las primeras e intentado atraer a los nuevos
espectadores que creerán descubrir algo que ya hace mucho que estaba
ahí.
(James O'Barr, The Crow, edición
definitiva, Glénat, 18 euros)
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