Si por algo pasan a la historia de la
literatura algunos libros, es por su capacidad de adelantarse a su
tiempo, de anticipar y marcar el camino que seguirán las cosas en el
futuro. En la literatura española hay tres libros que, concatenados
y con fuertes relaciones entre uno y otro, se anticipan a lo que
pasará después: La Celestina, El Lazarillo y El
Quijote.
Los tres anticipan el futuro. La novela
realista, la literatura dentro de la literatura, el humor como
componente ligado íntimamente a la tragedia y a la realidad, la
forma de narrar, el desarrollo de los personajes y la forma de captar
y transformar la realidad son los que hacen de estas obras
anticipadoras del futuro.
La primera de ellas, La Celestina,
produce un efecto de renovación y de imitación imparable. La
Celestina es una parodia literaria. La historia de Calixto y Melibea
es una parodia de los cientos de historias que circulaban sobre el
amor cortés durante la época. Calixto y Melibea acaban siendo todo
lo contrario que esos amantes, contraviniendo todas las normas de ese
tópico literario y además llevando a la realidad la literatura.
Calixto se siente enamorado como un
amante cortés y por ello hace lo que ha oído y leído en las
narraciones del amor: no come, toca (muy mal y muy ridículamente)
música para su amada y sabe además que ella no se puede rendir a
él, que no podrá conseguir su amor. Sus criados se ríen de él y
es una caricatura de personaje.
Melibea es todo lo contrario a una
dama. Se acuesta con su amado a las primeras de turno, entregando no
sólo su amor, sino también su cuerpo. Se deja convencer por
Celestina de que es lo mejor que puede hacer. Y cede a sus impulsos,
dejando de lado la moral, la religión y todos los preceptos que las
damas del amor cortés respetaban.
Pero la primera norma de una parodia es
que si no se conoce lo parodiado, esta no producirá su efecto. Y año
tras año lo parodiado es menos y menos conocido. Por eso La
Celestina pierde su condición de parodia. Como también le
sucederá a El Quijote, otra parodia. Aún así conserva su
capacidad de sorprender, su narratividad, sus personajes realistas y
su furibunda crítica social. Por eso sigue siendo un clásico.
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