El lenguaje, como instrumento utilizado
por todos, es un elemento sensible. Varía con los años, con las
modas, con los errores, con los préstamos, con la sociedad. Varía
con cualquier mínimo cambio que se produzca. Desde el poder también
lo hacen variar, intentan manipularlo para que las cosas parezcan
distintas a lo que son, para que lo que hacen parezca mejor de lo que
hacen.
En los últimos tiempos algunas formas
de expresarse están ganando terreno promovidas, sobre todo, desde
los centros de poder. Desde hace ya unos años el uso de los
infinitivos desde la prosa política se va imponiendo. Los escritos y
las palabras de los políticos están llenas de infinitos, porque el
uso de este verbo confiere a las palabras, a las oraciones, una
sensación de acción, de movimiento, de realización.
En concreto hay dos verbos en
infinitivo que pretenden decir mucho pero que están realmente vacíos
de contenido. Son “dinamizar” y “potenciar”. Los dos se
utilizan como sinónimo de que se van a llevar a cabo muchas
acciones, de que se van a hacer muchas cosas, pero cosas inconcretas,
cosas sin más, cosas. Potenciar y dinamizar son dos verbos vacíos
que se utilizan cuando se quiere decir que se va a hacer algo en
referencia a un tema, pero sin saber qué. O lo que es lo mismo, se
cita un tema de actualidad y uno de los verbos y así parece que se
tratara ese tema. Pero en realidad son verbos vacíos, verbos sin
contenido, verbos sin acción.
La otra expresión que va ganando
terreno durante los últimos tiempos es “poner en valor”. En la
prensa y en los textos políticos la expresión se muestra recurrente
como algo que se quiere subir de categoría, como algo que quiere
ascenderse y que quiere mejorarse. Pero en realidad es más bien
palabrería. Discurso vacío. Una manera de ponerse una medalla.
Hemos puesto en valor la marca España, es una manera de decir lo
bien que hemos hecho, sin haber hecho realmente nada.
A través de los medios de comunicación
estas expresiones se contagian porque toman un prestigio que en
realidad no tienen (un claro ejemplo es la expresión “presión
alta” que utilizó Mourinho y que ahora todos los periodistas
deportivos hacen suya). Y poco a poco se multiplican y se reparten y
llegan a todos los ámbitos haciendo su uso imparable. Y así se
modifica una vez más el lenguaje, intentando con ello modificar
también la realidad.
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