Cuando el panorama que se presenta en
la realidad es un tanto doloroso, volver la mirada al pasado siempre
puede ser una solución. La novela histórica hace eso, volver al
pasado, situar sus historias en un contexto histórico muy marcado,
con hechos o sucesos destacables, en los que unos protagonistas se
superponen a la realidad que existe.
El género nace en el romanticismo. La
necesidad de situar en un contexto exótico los sucesos que iban a
contar, un contexto que encajase con el lenguaje también bastante
exótico que utilizaban. Un tiempo narrativo en el que los sucesos se
ajustaran a sus sentimientos de necesidad de aventura, de pasión y
de historias de amor atormentadas. Así nace la novela histórica,
con la mirada puesta en el pasado, sobre todo en la Edad Media.
Esas novelas han quedado ahora como
muestras de la novela de aventuras, más que como novela histórica o
novela romántica. Ivanhoe es tal vez el caso más
paradigmático. En español casi todas han quedado olvidadas, su
lenguaje, su forma, demasiado enrevesado y poco funcional las ha
condenado al olvido. Su poca narratividad las hecho ser olvidadas: El
señor de Bembibre, La espada de San Fernando o El
doncel de Don Enrique el Doliente, son ejemplos de esas novelas
que ya han quedado olvidadas.
En las últimas décadas la novela
histórica ha resucitado. Mirando hacia el pasado se ven hechos
destacables a los que huir, en los que fijarse para no quedarse
anclados en el realismo. Cuando la realidad no es novelable, cuando
no hay talento o ganas o posibilidad de novelar el presente con
realismo y con calidad, se huye al pasado.
Se tratan los hechos históricos en
estas narraciones más como anécdotas que como procesos que
desembocan en sucesos importantes. La anécdota sirve de marco
narrativo donde colocar a unos personajes. La anécdota es un hecho
único dentro de muchos hechos. Se elige un punto de una guerra, de
una revolución, de un momento histórico, para situar en él la
acción, olvidando todos los demás hechos, olvidando todo lo que ha
hecho que eso suceda, olvidando las consecuencias. Sólo una
anécdota, un marco narrativo.
Aún así, la novela histórica triunfa
entre lectores y entre escritores, triunfa entre las editoriales,
como las hazañas individuales de una serie de personajes en un
momento concreto. Un punto de huída. Un lugar donde los héroes aún
pueden pervivir. Donde situar pasiones y hazañas. Un lugar
inexistente, por más que se quiera vestir de real, pasado o cierto.
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