Sonia estudió en un colegio religioso.
No le gustaba a su madre rezar, pero quería que su hija tuviera un
buen futuro. Eso decía siempre a todo el mundo. Sonia nunca tuvo la
tentación de ser monja, pero aprendió a creer en Dios. La educación
en el colegio era estricta. No les dejaban entrar en los bares. O
frecuentar mucho a los chicos.
El primer beso lo dio Sonia con 18
años. Ya había salido del colegio. Pero aún tenía la moral de las
profesoras intacta. Rezaba antes de acotarse. Iba a misa todas las
semanas. Se confesaba de vez en cuando, aunque sabía que sus pecados
no eran demasiado interesantes. El chico no era muy guapo, pero Sonia
quería quitarse eso de en medio. Todas sus compañeras ya hablaban
de sexo y ella aún no había besado a nadie.
No fue gran cosa. Pero le gustó. No se
acostó con ese chico. Ni fue mucho más allá. Pero ese beso le
demostró lo que podía hacer. Y que sí, que era pecado, pero que
por ello no se acabaría el mundo. Probablemente ni siquiera iría al
infierno. Sonia empezó a no creer en Dios. Dejó de ir a misa. Dejó
de hablar con Dios.
Esta noche Sonia se ha acostado con
Miguel.
1 comentario:
Me encantó como está escrito..!! wooow!!
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