La chica que vive en mi casa y no sale
nunca hace unos macarrones ríquisimos. Odio la pasta con salsa y
ella lo tiene en cuenta, así que simplemente los cuece, pero tan en
su punto que nunca los he comido tan ricos. Es un gran virtud que
tiene y por la que le perdono que ocupe mi casa continuamente. Desde
que la traje hace unas semanas no ha salido para nada. Es verdad que
pide cosas por internet y que habla por teléfono, pero no sale.
El otro día mi vecina la adivina bajó
a conocerla. Hablaban por el hueco de la escalera y por el patio
donde se cuelga la ropa. Por lo visto mi amiga es mejor adivina que
la adivina. Así que la vecina bajó en busca de consejo. Y se lo
llevó muy bueno. Tanto que llenó un cuaderno con frases para decir
a sus clientes.
Desde entonces cada vez más gente va a
verla. La adivina le ha hecho una oferta a mi ocupa, pero ella ha
dicho que no, que conmigo es muy feliz. Yo no me lo explico. No hago
nada con ella ni para ella. Lo nuestro es muy parecido a un
matrimonio. Tal vez sea este el secreto de un buen matrimonio.
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