El mensaje te había hecho sonreír. Pero no era el mensaje que querías. O no de quien lo querías. Sin embargo era un buen mensaje. El mensaje que tú querías escribir. El que tenías que escribir y no sabías cómo. Y te había llegado a tu teléfono. Intentaste contestarlo. Pero no fuiste capaz, no se te ocurría nada que dijera lo que querías decir y que además correspondiera a ese mensaje.
Se te ocurrió una idea. Pero la desechaste. Abriste el mensaje otra vez. Lo volviste a leer. Era muy bueno. Lo copiaste. Y lo reenviaste. A él. Al hombre del que sí querías recibir aquellos mensajes.
1 comentario:
Lo leo casi de pasada pero me detengo y termino sonriendo porque acaba de traspasar la ficción. Muy bueno.
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