La escritura también se aprende. Porque la inspiración o lo que sea no siempre llega, así que se aprende a hacer el trabajo de escribir lo que se quiere o lo que se puede. Sucede que puede uno escribir montones de poemas sin que en ellos hay una gota de poesía. Y sucede que no siempre esos poemas fueron escritos sin inspiración. Es más, sucede que en ocasiones el oficio de escritor destila más poesía por poema que toda la inspiración de una vida escribiendo. Y a caminar también se aprende, sin que la inspiración marque el camino, es una especie de sabiduría que me dice dónde vas a estar, dónde te voy a encontrar.
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