Dormido como estaba empecé a ver que llegábamos y que al llegar y pararnos un montón de periodistas y fotógrafos y cámaras de televisión y de todo lo habido y por haber acosaban a mi acompañante. Alguien le sacaba de allí y la nube de cosas esas se iba con él.
A mí me cogió Carlos Arribas y empezó a hacerme preguntas. Sabe que yo leo sus crónicas, que sus crónicas son para mí lo mejor del verano, así que me hizo una entrevista estupenda. Al día siguiente salí corriendo a comprar el periódico y allí estaba la entrevista. Yo no podía creer que hubiera dicho cosas tan buenas como las que había escrito el amigo Arribas.
Luego leí su crónica. Y era mucho mejor que ver lo que hacíamos, que hacerlo. Era casi lo mejor de todo lo que pasaba.
Desperté de la siesta, abrí el periódico y vi la crónica de Carlos Arribas. Y era mejor de lo que yo había soñado.
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